sábado, 30 de junio de 2012


CUMBRE DE LA ZONA EURO

Que los avances no nos oculten los límites

La Cumbre de los Jefes de Gobierno de la zona euro, celebrada en Bruselas el 28 y 29 de julio, ha producido algunos avances importantes y no menos importantes indefiniciones.

En su declaración se incluye el compromiso de un mecanismo único de supervisión con la participación del Banco Central Europeo, la posibilidad de recapitalizar directamente a los bancos y hacer cuanto resulte necesario para que, con los instrumentos (Fondos específicos) vigentes, se estabilicen los mercados para los Estados miembros o, lo que es lo mismo, la posibilidad de activar compras de deuda a través del BCE.

Respecto al desarrollo de la propuesta de supervisión bancaria única se prevé que el Consejo la estudie antes de acabar 2012; la posibilidad de capitalización directa se aplaza al momento en que se establezca de forma efectiva el supervisor bancario y la de compra de deuda se condiciona a que cada país afectado cumpla las recomendaciones específicas de la Comisión.

Adicionalmente, en el caso de España, se insta a la ultimación del Memorando de Acuerdo, cantidad más condiciones, para el apoyo financiero a la recapitalización de su sector bancario.

Buenas noticias sí, pero plazos no inmediatos y condiciones a los compromisos también pendientes. Y como "el diablo se mete en los detalles", hasta que no los conozcamos no sabremos hasta qué punto se ha metido.

Así el paso imprescindible de la unión bancaria se prevé para principios de 2013, aunque su puesta en funcionamiento efectiva llevará más tiempo y, en tanto no se produzca el rescate directo a los bancos, no será posible; y la recapitalización de la banca española que se haga antes de esa fecha, que será la mayoría, tendrá que hacerse vía financiación al FROB, es decir al Estado Español.

Más importante y efectiva en lo inmediato es la posibilidad de que el BCE compre deuda de países para evitar el asedio de los mercados. De forma sorprendente Rajoy dice que España no va a pedir este recurso, aunque será la verdadera clave, en el corto plazo, para que no sigan disparándose los intereses a pagar por las deudas española e italiana.

Las medidas anunciadas, junto con la formulación de un plan de inversión para el crecimiento de entre 120 y 130 mil millones de euros, según las fuentes, y el impulso a un nuevo impuesto sobre  transacciones financieras serán avances cuando pasen de ser compromisos a realidades.

Pero lo positivo de estas noticias no debe ocultarnos las carencias, ya que no se define la política fiscal como el otro factor imprescindible para la construcción económica común. Y para hacerlo habrá que resolver simultáneamente  la política de estabilidad, la armonización de los impuestos y la posibilidad de un Tesoro y unas políticas de financiación de la deuda compartidas.

Ese es el problema desde el principio, en el que reside la sustancia de la cesión de soberanía, porque sólo hablando de recursos se puede hablar de cómo se ingresan -es decir cómo se reparten las cargas entre los ciudadanos- y de cómo se gastan -a quien benefician más- o, lo que es lo mismo, la naturaleza de la política.

Es indudable que no habrá Europa sin cesiones de soberanía, también lo es que, en las circunstancias actuales, la cesión de soberanía no está claro a quien se haría realmente. La confusión de competencias entre la Comisión, el Parlamento Europeo y los países y la permanencia de vetos y reglas especiales de decisión, desvirtúan la eficacia del voto ciudadano, hasta un punto que impide la decisión de la política democrática en el ámbito europeo y favorece la imposición de los países más fuertes y de los poderes económicos, que se mueven como pez en el agua cuando la política pierde valor.

Se ha avanzado en una realidad en que el euro se ha convertido en la "prueba" de Europa. Y no hay el mismo interés en resolver el problema en los países que forman parte de esta moneda que en los que no la tienen. Este es el nudo gordiano que hay que deshacer para que pueda haber o no "política democrática común".

Los países del euro deben resolver simultáneamente la necesidad de construir políticas económicas comunes, la cesión de soberanía y que ésta se haga en términos democráticos, para recuperar la credibilidad de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, deben dotarse de un tratado complementario reforzado que les permita combinar políticas comunes con más democracia. Y esto tiene muchos enemigos.

La reacción de una parte importante de los medios de comunicación británicos y alemanes, es una muestra de que los contrarios no van a quedarse quietos. La primera reacción de los mercados ha sido favorable -han bajado sustancialmente las primas de riesgo de Italia y España y han subido mucho casi todas las Bolsas- pero la reacción de un día no es significativa. El comportamiento de los mercados, dadas experiencias anteriores, puede girar en el momento en que crean que les conviene, y con la misma rotundidad.

Todas las decisiones están pendientes de ratificación en el Consejo, y ahí los contrarios a más Europa estarán esperando a que en la definición de los detalles de los acuerdos, los tiempos y los aspectos concretos, creen las dificultades suficientes para impedir los avances.

Por eso el exceso de optimismo no trabaja a favor de obra. La imagen de los dos grandes PIGS -Italia y España- jugando la final de la Eurocopa ha sido muy potente. Pero la política no es futbol y en la construcción europea siguen siendo cruciales Alemania y Francia. La posición firme y prudente del Presidente Hollande ha sido decisiva, como también ha sido importante la presión de los socialdemócratas y los verdes alemanes a favor de una estrategia de crecimiento que ha contribuido a desbloquear algunos de los avances financieros.

Eso es lo que habrá que seguir trabajando para tener garantías de que lo acordado se cumple y se puede avanzar más allá. De lo contrario, por mucho que alguno saque pecho, por muchos titulares de prensa que hablen de victoria, no servirán para nada, o peor aún, para "regalar munición al enemigo".

                                                     

Andrés Gómez

LA VISITA DE LOS ENVIADOS DE ADELSON DESINFLA EUROVEGAS
                                   

Las visitas de los enviados de Adelson a Barcelona y Madrid han enfriado, y mucho, las expectativas creadas sobre la posible instalación del "Parque temático del juego" en alguna de estas ciudades.

A pesar de las cifras dispares ofrecidas en las comparecencias de prensa en ambas ciudades, lo conocido muestra que el proyecto se redimensiona respecto a los disparatados números que se barajaron al principio, y las condiciones para la inversión se complican, no sólo por el mantenimiento de la exigencia de cambios legales sino también por el requerimiento de una financiación que difícilmente conseguirá en las actuales circunstancias, y de un retorno del 20% de la inversión.

Más explícitos en Barcelona, lo que da mayor fiabilidad a los números allí expuestos, la dimensión económica inicial del proyecto no llega ni a la mitad de lo hablado. Se plantea un proyecto que se financiaría en un 20% por el inversor, en un 15% por los beneficios que generase la actividad y en un 65% mediante crédito, por importe de 4 mil millones de euros. Esto implicaría una inversión de 7 mil millones de los que la aportación directa del inversor no llegaría a 2 mil.

La previsión sería empezar la actividad con seis mil habitaciones de hotel, aunque los posibles inversores indican que la cifra inicial podría reducirse a tres mil, y tienen una previsión de inversión en suelo valorada en 300 millones de euros, lo que con una disponibilidad requerida de entre 5 y 10 millones de metros cuadrados, supondría un precio de entre 30 y 60 € por metro.

Así el impacto en empleo del proyecto se reduce notablemente sobre las cifras iniciales: se habla de 15 mil empleos en construcción y otros tantos en actividad directa generada en  hostelería y otros servicios.

En Madrid los enviados de Mr. Adelson añadieron, solemnemente, que no querían legislación especial para el complejo pero que, sin cambios legales que respondiesen a sus requerimientos, la inversión no será posible. Aguirre, metida en el juego de hoz y coz, afirmó que si es necesario para el proyecto, se cambiará la Ley antitabaco. Es decir que Mr. Adelson manda más que el Congreso de los Diputados.

Casi al mismo tiempo Adelson hablaba en Macao de más de 26 mil millones de euros de inversión y 36 mil habitaciones en Europa, cifra que contrasta tanto con la expuesta en España, que más parece un juego de presión para que se acepten sus condiciones, que algo real. Sobre todo porque la ampliación del proyecto, sobre lo previsto inicialmente, se condiciona a la rentabilidad del capital y la posibilidad de reinversión que genere, lo que en estas circunstancias no deja de ser un brindis al sol.

Así el panorama es que un proyecto que, en el mejor caso, crearía 15 mil empleos estables, requeriría, al menos, 4 mil millones de crédito, mucho suelo barato, el coste público de urbanización, infraestructuras y equipamientos, cambios legales impuestos por un inversor privado y una rentabilidad por encima del 20%.

Mucho ¿no?. Cada día que pasa crece la impresión de que estamos ante un globo pinchado. Del primitivo entusiasmo de Aguirre y Botella se pasó a lo "políticamente correcto" de decir que lo importante es que el proyecto se quede en España, aunque no sea en Madrid; un síntoma inequívoco de distanciamiento, que no se produciría si viesen alguna posibilidad de acceder al negocio.

La última señal es que están buscando "chivo expiatorio" al que cargarle el mochuelo: y lo han encontrado en Miguel Sebastián. Cierto que, como Ministro de Industria y Turismo recibió al inversor, y lo remitió a las Comunidades Autónomas de Madrid y Cataluña como autoridades competentes, pero ni en las hemerotecas ni en la red se encuentra ninguna declaración suya al respecto, en tanto menudean las exageraciones entusiastas de Doña Esperanza y Doña Ana. Lo suyo de siempre, se apuntan a lo que creen que les viene bien, lo haya hecho quien los haya hecho y si no, pues "la culpa la tiene Zapatero".

Si no fuese por sus prejuicios ideológicos y su permanente convicción de que lo que es bueno para el interés de sus amigos es bueno para España, tienen información y elementos suficientes, para saber que este proyecto no es el mejor para el cambio que requiere la economía española. Saben, mejor que nadie, la desastrosa experiencia de los parques temáticos en España, y específicamente la de Parque Warner en Madrid. Con un mínimo análisis, conociendo la situación de crisis actual, deberían saber que el proyecto no sólo no es bueno; es que, además, su viabilidad económica es más que dudosa desde el principio.

El juego seguirá hasta septiembre, cuando formalmente Adelson tome una decisión definitiva. Él seguirá presionando para ver si saca lo que quiere y puede seguir haciendo buenos negocios con apoyo público. Pero ni la Comunidad de Madrid ni la Generalitat de Cataluña, en estas circunstancias, pueden garantizarle ni el suelo subvencionado, ni la inversión en urbanización e infraestructuras, ni mucho menos los cuatro mil millones de financiación del proyecto que pide; y es más que dudoso que Rajoy se meta en este charco o  asuma el desgaste que le supondría un cambio legislativo hecho a medida como éste, con la que le está cayendo en Europa.

Así las autoridades de Cataluña y, sobre todo, las de la Comunidad de Madrid, esperarán poder seguir "echando agua al vino", continuar buscando culpables donde no están, con el objetivo de que se olviden las estupideces que han dicho y han hecho todo este tiempo.

Y "Espe la Tramposa", si no le cambian la Ley antitabaco, echará la culpa a Mariano, por no tener bemoles, de la "pérdida de esta oportunidad". Y se quedará tan oreada. ¡Como una Señora!



Andrés Gómez

lunes, 25 de junio de 2012


A VUELTAS CON EL ACUERDO NACIONAL CONTRA LA CRISIS

Arrecia la presión de algunos medios sobre la necesidad de un acuerdo nacional contra la crisis en España. El diario El País y el digital El Confidencial se distinguen por su contumacia en la defensa de un gran consenso de los grandes partidos para garantizar la credibilidad de Europa y los mercados.

El argumento más esgrimido se centra en que la participación de los socialistas en un acuerdo como éste será la prueba de que son un partido de gobierno y dará tranquilidad a Europa y los mercados. El argumento olvida que el PSOE ha gobernado casi 22 de los 35 años transcurridos desde las primeras elecciones de esta etapa democrática. Su problema no es acreditar su capacidad para gobernar, que ya lo ha hecho, sino demostrar que puede hacer una oposición útil para la ciudadanía que le apoya, sin la cual difícilmente recuperará el Gobierno.

Olvida también que los socialistas franceses han ganado las últimas elecciones en su país haciendo una oposición que les ha llevado hasta declarar solemnemente que podrían no apoyar el Pacto de Estabilidad si no se combinaba con crecimiento. Con esta posición no sólo han ganado la presidencia, el Gobierno y la mayoría del poder legislativo, sino que, como consecuencia de ello, se han convertido en el  principal factor de dinamización y cambio en la UE.

Más explícito, Juan Luis Cebrián en un artículo publicado por El País el domingo 17 daba las que, según su criterio, son las razones de fondo: Las condiciones del rescate serán de envergadura y a la subida del IVA se añadirán bajadas de pensiones y de la protección por desempleo, de forma que sólo la incorporación del PSOE a este acuerdo podrá evitar que la calle arda este otoño.

Se equivoca. Si las medidas exigidas llegan a la dureza que vaticina, la movilización se producirá con o sin el PSOE. Y en la medida en que los recortes realizados hasta ahora afectan con especial dureza a la base social de la izquierda, de la que los socialistas obtienen la mayoría de sus apoyos, un acuerdo con el PP, cuyas consecuencias sean nuevos recortes para los trabajadores, las capas medias, los pensionistas y los parados, sólo tendrían el efecto de una nueva y masiva pérdida de sus apoyos que las encuestas, aunque sea en forma de estancamiento, ya señalan.

El problema es que esta propuesta es hambre para mañana, sin ni siquiera pan para hoy. La mayor parte del apoyo perdido por el PSOE y una parte importante del que aún mantiene difícilmente entiende que por la mañana, en la sesión de control del Gobierno, la portavoz socialista haga oposición seria y contundente, y por la tarde se vote, sin cambios, el Plan de Estabilidad; y mucho menos entendería que, se vista como se vista, se entrase en una dinámica generalizada de apoyo a medidas de ajuste sin más, que es lo que el Acuerdo supondría.

De ser así la centrifugación de voto socialista hacia IU, UPyD o, en mayor medida, hacia la abstención o el voto de castigo testimonial, crecería exponencialmente y eso sí que sería desestabilizador en Europa y los mercados, porque implicaría que la única alternativa al PP sería un PP con muchos menos votos, o lo que es lo mismo, un severo desgaste de la democracia.

La única manera sensata de construir un verdadero acuerdo nacional, con la participación de los agentes sociales, sería con un cambio profundo de la política aplicada hasta ahora. Es decir, con la consolidación de una estrategia de crecimiento y una aceleración, en términos concretos, de la construcción política europea y cambios también en la política nacional, hacia una estrategia más productiva, más enfocada hacia la creación de empleo y con un giro para mejorar el deterioro creciente de la distribución de la riqueza, lo que implicaría reconsideración de políticas laborales, compromiso de mantener y revertir el deterioro de las políticas sociales y hacer las políticas fiscales más progresivas.

Pero un cambio de esta envergadura no se ve en el horizonte inmediato. La aparición de Hollande en el panorama europeo ha comenzado a poner sobre la mesa elementos de cambio, pero ni están conseguidos ni mucho menos consolidados, al tiempo que el giro, obligado por las circunstancias, del PP en la política europea, sigue acompañado de las recetas más conservadoras en España.

Así al PSOE no le queda, por el momento, más camino que hacer una oposición seria y contundente, que presione para contribuir al cambio, cuando se produzca en la UE, sin renuncias innecesarias y a destiempo de su programa. Una oposición política clara, sin injerencias en las estrategias frente los recortes que los sindicatos o los movimientos sociales establezcan por su cuenta, y que apoye sólo aquellas con las que coincida, ni más ni menos.

Más que seguir mandando mensajes contradictorios a la sociedad, el PSOE debería optar de forma autónoma por su camino, defender sus ideas seria y firmemente desde la oposición y prepararse para recuperar el Gobierno y para contribuir a un cambio de política en Europa, cuando finalmente se produzca, que no es ahora.

El problema de gobierno en España no es de mayoría parlamentaria, el PP la tiene y suficiente, tiene además amigos en los grupos de las derechas nacionalistas periféricas, dispuestos a echar una mano si la necesitan.

No se les ve preocupados por el consenso. Están en otra. En seguir haciendo oposición a la oposición, en echarle la culpa de todo al Gobierno anterior, para justificar sus decisiones y tapar su responsabilidad. Y en Europa, los gestos de altaneros de Rajoy, Guindos o Montoro, aunque torpes y aparentemente provocadores, son para consumo interno, para mostrar que frente "al entreguismo de Zapatero" ellos sí son firmes y patriotas. ¡Vamos el mejor clima para un acuerdo!

Pero ¡ojo!. No vaya a ser que por la preocupación de algunos comunicadores que no pasan de hacer formulaciones de laboratorio, el PSOE se pueda encontrar en una trampa de difícil salida que arruine para años la posibilidad de una alternativa de la izquierda, real y creíble, para este país.



Andrés Gómez


domingo, 24 de junio de 2012


EL INFORME DE LOS AUDITORES Y EL RESCATE

No era muy tranquilizador escuchar el jueves las explicaciones del Secretario de Estado de Economía y el Subgobernador del Banco de España sobre los resultados de las "auditorías" al sector financiero español, realizadas por las empresas Oliver Wyman y Roland Berger.

Y no era que las cifras presentadas fuesen malas, sino que en la medida en que se extendían en las explicaciones, quedaba más claro que no se hablaba del resultado de una auditoría real y sí de un informe elaborado ad hoc para servir de soporte a posiciones preconcebidas.

Los informes empezaban por reconocer que no disponían de información desagregada para cada entidad -trabajo que realizarán con posterioridad otras entidades. Esto implica que han tenido que trabajar con cifras agregadas elaboradas previamente, posiblemente por el propio Banco de España; y no es que las cifras del BE sean incorrectas son sin duda las mejores, si no las únicas, fiables sobre el sector financiero español. El problema de estos informes está en su propia definición, ya que se llaman auditorías a cosas que no lo son lo que, de entrada, les resta credibilidad.

De las no muy seguras  explicaciones lo que se podía deducir es que se trata de un informe con cifras salidas del mismo origen aunque elaborado con distintas hipótesis de partida, tan aceptables o no como cualesquiera otras. O dicho en "jerga econométrica", que se han metido los datos disponibles en la batidora, se han mezclado con distintas hipótesis de lo que puede pasar y se han agitado hasta sacar los resultados con una disparidad, nada despreciable, que va de 15 mil a 62 mil millones. La diferencia entre una y otra, e incluso con los 100 mil millones  límite ofrecidos por la UE, es importante porque de ella no sólo dependerá el mayor o menor endeudamiento del país, sino también los intereses a pagar cada año por su utilización  que, sin lugar a dudas, recargarán el déficit público.

Más allá del coste del informe, que para lo hecho no parece barato, la cuestión es si ha valido la pena dejar de lado el conocimiento de los profesionales del Banco de España para esto.

Sin embargo, cuando se profundiza en las preguntas sobre las posibles conclusiones prácticas de los resultados para la adopción de decisiones las cosas empiezan a aparecer más claras.

De las respuestas del Secretario de Estado se deduce que la intención es segregar los activos inmobiliarios tóxicos hacia un banco malo o una sociedad de gestión de activos, que es lo mismo, pero en una definición más "fina". De ser así la nacionalización de entidades habría sido una "broma de mal gusto", porque al final se segregarían las pérdidas hacia una entidad pública, y se venderían las entidades saneadas con sus beneficios operativos íntegros.

La otra novedad es la posibilidad de que las ayudas del FROB, que sería quien recibiría el crédito de la UE, en lugar de canalizarse hacia las entidades con problemas se puedan dirigir de forma directa a las entidades compradoras. O lo que es lo mismo, que los que compren no sólo comprarán barato, sino también seguro.

El Secretario de Estado dio por sentado que esas opciones estaban ya acordadas con las autoridades europeas. A expensas de que se fijen las condiciones definitivas de la Unión para formalizar la ayuda, ya que no sería la primera vez que se anuncia algo que después se desmiente, se confirmaría que la solución está prevista para una reprivatización acelerada, difícilmente compatible con que el sector público recupere las cantidades comprometidas o establecer una banca pública que equilibre el poder y arbitrariedad de las entidades privadas. Es decir, que lo pagaríamos los contribuyentes y sin contrapartidas.

Con relación a los efectos de esta noticia sobre los mercados habrá que esperar tiempo, no sólo por la amplitud de los plazos de todo el proceso -la información de la situación pormenorizada de todas las entidades se producirá en septiembre- sino porque en estos momentos más importante que el rescate, que todo el mundo da por descontado, serán las decisiones que se adopten sobre el futuro de la construcción europea, que será lo que dará o no confianza sobre el futuro del euro, y ahí las decisiones de los países de la Zona sobre sistema bancario, política monetaria y fiscal o planes de inversión comunes, serán, sin duda, mucho más importantes.



Andrés Gómez

¿ Y SI LOS KEYNESIANOS SALVAN

A LOS CONSERVADORES ?

La reunión celebrada en Roma por los cuatro jefes de Gobierno de los mayores países de la Zona Euro ha sentado algunas propuestas para la próxima Cumbre de Jefes de Gobierno de la UE. La más sustancial es la idea de un Plan Europeo de Inversión de 130 mil millones de euros.

La sequía de buenas noticias y la tendencia de los medios de comunicación a hacer noticia de que "el niño muerda al perro" en lugar de que "el perro muerda al niño", ha llevado a magnificar los efectos de esta buena nueva. No es lo mejor, pero si lo habitual en un momento en que en lugar de hacer análisis sensatos, racionales, cada mal se convierte en tragedia y cada bien en bendición, contribuyendo al miedo colectivo o al descrédito de la información, a un stress social innecesario, porque la gente está cada vez más cabreada por lo que le hacen que por lo que le cuentan, y facilitando también que los mercados aprovechen esta esquizofrenia informativa en su propio beneficio.

Junto al lanzamiento de un Plan del que no ha trascendido ni su período de aplicación ni la forma concreta de su financiación, se ha formalizado el compromiso de utilizar todos los medios necesarios para estabilizar el Euro, aunque de forma aún más inconcreta.

Una parte de la inconcreción es normal, porque se trataba de una reunión a cuatro, cuyas propuestas habrán de discutirse, concretarse y formalizarse con todos los demás. Más preocupante sería que de la reunión de los próximos 28 y 29 de junio en Bruselas, se saliese con las mismas incógnitas.

Pero sin necesidad de dar más importancia de la que tiene a lo que está sucediendo las últimas semanas, no hay duda, ni por fechas ni por la trascendencia pública de sus propuestas, de que la llegada al escenario del Presidente Hollande ha comenzado a agitar el árbol.

Igualmente las posiciones del FMI han empezado a hacerse más explícitas a favor de recuperar el papel de la política, de ir corrigiendo la senda de la ultra austeridad con crecimiento, de dar un papel más protagonista al sector público, de la necesidad urgente de políticas fiscal y monetaria comunes para el Euro, de una autoridad y reglas bancarias también comunes.

Keynes, al que algunos habían enterrado, está resucitando en lo internacional, lo que implicaría que también en lo nacional.

Se equivocarán los que crean que va a ser rápido o fácil. Los conservadores seguirán haciendo ideología del "sufrimiento como forma de redención" y sosteniendo que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" para justificar que unos, la mayoría, paguemos por lo que es responsabilidad, sobre todo, de una minoría privilegiada que tomaba las decisiones.

Pero ante la evidencia del desastre que puede suponer para la economía el empecinamiento en esas políticas. Ante el hecho de la necesidad de política para recuperar el crecimiento y el empleo, sin el cual sólo continuaría el sufrimiento de cada vez más gente, y con esa moneda difícilmente se pagan deudas, se empiezan a abrir camino las ideas de más Europa y de que la estabilidad no sólo no es incompatible con el crecimiento, sino que lo necesita.

El caso español es paradigmático. Rajoy inició su gobierno con una defensa cerrada de la austeridad a cualquier precio, con recortes continuos en lo nacional y máxima obediencia a la Kaiser Ángela en Europa.

Es evidente el fracaso de su estrategia: a pesar de la reforma laboral, el desempleo sigue creciendo y las previsiones de caídas de producción para este año y el próximo son las únicas expectativas que ha generado. La inyección de confianza e inversión de los mercados que ellos preveían no se ha producido y, ante la pérdida de apoyos de sus  propios votantes, están cambiando de tercio.

Pero siguen manteniendo un doble discurso: liberal conservador en España y keynesiano en Europa y el G 20 que no cuela.

Es difícil pedir ayuda fuera para la banca española y seguir defendiendo que no hay que subir impuestos, porque con eso sólo se provoca que ciudadanos de otros países piensen que bastante tienen con aguantar a su banqueros como para tener que aguantar a los de los demás.

Es difícil dentro de España defender recortes sin control del prestaciones y servicios públicos, al tiempo que se lanza el mensaje de que la recuperación del empleo va para largo y que, sin embargo, el dinero para la banca no es un problema. La confianza "religiosa" -la fe- tiene un límite. Y si se produce lo uno, tendrá que haber cambios en lo otro.

Pero si Europa realmente avanzase, si se construyese un equilibrio entre austeridad, crecimiento y empleo, la evidencia del fracaso de las ideas conservadoras será tal, que, al menos por "vergüenza torera", deberían reconocer que Keynes les ha auxiliado.



Andrés Gómez

lunes, 18 de junio de 2012


FRANCIA, LA IZQUIERDA Y EL FUTURO DE EUROPA

Grecia no es determinante para el futuro de Europa. Francia y Alemania sí. Pasadas las elecciones griegas y la fase de "agiprop" de los que mandan para condicionar los resultados, la reacción de los mercados parece indicar que poco ha cambiado.

La presión del miedo y la intención de culpar de todos los males a los que se salían del guión es un aviso que va más allá de Grecia, aunque si España es un bocado grande de difícil digestión,  lo de Francia es indigerible y por eso, hasta ahora, no se han atrevido.

Por eso y por los mensajes y actuaciones de Hollande, los resultados de las elecciones legislativas francesas tienen más enjundia que lo sucedido en Grecia tanto para la izquierda como para el futuro de Europa.

El PSF ha ganado consecutivamente las dos elecciones -y las cuatro vueltas- celebradas en Francia en los últimos meses y lo ha hecho en un país que, hasta ahora, ha vivido la crisis con menor dramatismo que los países más al Sur y con un trato, durante el período Merkozy, de extremo cuidado por parte de la Canciller Merkel, lo que le da más valor al resultado.

La mayoría absoluta da tranquilidad y refuerza al PSF para el duro período que se avecina. El sistema electoral francés, mayoritario en la segunda vuelta, y el buen funcionamiento de la "disciplina republicana" de la izquierda, la cesión de voto a los candidatos mejor posicionados, ha hecho posible este resultado, en el que lo más significativo ha sido que, a pesar de la mayor abstención, el giro del voto, en ambas vueltas, sitúa una mayoría social y no sólo política, claramente orientada a la izquierda.

Un giro que se ha producido no sólo por el desgaste de Sarkozy y la UMP como consecuencia de la crisis, sino también por un  programa del PSF, razonable pero claramente de izquierda en lo nacional y con relación a la Unión Europea.

Las propuestas de Hollande en las presidenciales enfatizaban la normalidad democrática y la mejora de la distribución de la renta en lo nacional y el crecimiento y el empleo en la Unión Europea.

Y desde el primer momento se ha puesto a ello. En la política francesa ha empezado por reducir un 30% su sueldo y el de sus ministros, ha planteado el restablecimiento de la jubilación a los 60 años para colectivos que suman más de 110 mil personas, ha seguido por establecer un abanico salarial de 1 a 20, máximo, en las empresas públicas y el compromiso de defender el mismo criterio en otras empresas participadas por el Estado, lo que, sin duda, es una presión también para las privadas.

Al mismo tiempo ha reafirmado su compromiso de incrementar la presión fiscal a las grandes rentas y fortunas, en un ejemplo de que, a pesar de los incontestables condicionantes europeos, los márgenes para políticas progresistas nacionales también existen y que la batalla contra la desigualdad social, abandonada durante tanto tiempo, es posible.

Por lo que se refiere a la Unión Europea, frente al hacha de Merkel, frente a la austeridad ya y a cualquier precio, Hollande ha contribuido de forma decisiva a abrir el debate sobre la necesidad de una política económica -monetaria y fiscal- común, a la posibilidad de mecanismos de Deuda Pública compartidos, que eviten que mientras unos apenas pagan intereses por sus deudas, otros paguen el 7% o más.

Ha puesto sobre la mesa, en fin, la necesidad de hacer compatible la estabilidad presupuestaria con el crecimiento y la creación de empleo, aportando en los últimos días la iniciativa de un Fondo Europeo para inversión de 120 mil millones de euros.

Además, de forma tranquila, sin espavientos, ha reiterado la intención de que las tropas francesas abandonen Afganistán antes del final de este año.

Pese a la interpretación de algunos, se trata de un programa y de gestos que van más allá de los planteamientos tradicionales de la socialdemocracia, probablemente porque Hollande se ha dado cuenta de que el cambio que se ha producido en el mundo los haría ineficaces. Es resaltable también que en una Francia tradicionalmente nacionalista, haya avanzado con un programa europeísta e internacionalista, que se corresponde con el momento que vivimos.

Cuando Merkel está pensando en la segregación de los países del Sur para mantener la fortaleza alemana, Hollande parece saber que eso no es posible, y que si se sacrifican las primeras fichas del dominó, el resto pueden caer en fila hasta llegar al seis doble, porque lo que está en juego es Europa, o lo que es lo mismo, el modelo social europeo.

Hará mal Rajoy en no aprovechar esta oportunidad, porque más allá de esquemas ideológicos, es desde estas posiciones de izquierda desde donde se pueden evitar las catástrofes de los países más débiles del Sur de Europa.

Evidentemente la ofensiva de los poderes económicos (los llamados mercados) y la miopía del Gobierno de Merkel que no ve lo que se le puede venir encima a Alemania si acaban con los demás, no van a hacer fácil el cambio y existe el riesgo de que se "tire al niño con el   agua sucia", pero la fortaleza de la izquierda en Francia es, hoy por hoy, lo que más puede contribuir a impedirlo.

De ahí la importancia de Francia para el futuro de la izquierda y, consecuentemente, de la Unión Europea. Porque es evidente que Europa es impensable sin el acuerdo de Alemania y Francia, pero el cambio en este país puede contribuir a propiciarlo en aquel.



Andrés Gómez

domingo, 17 de junio de 2012


LOS TIBURONES HAN OLIDO MÁS SANGRE

Ni rescate duro ni blando. Ni promesas de más Europa, de políticas bancarias, monetarias y fiscales comunes. A pesar de todo la prima de riesgo sigue subiendo y los vaivenes de las bolsas continúan.

Los mercados ya han hecho sus apuestas: no les gusta el euro ni Europa Unida, quieren seguir sometiendo a la política y comprar barato todo lo que tenga valor para que su dominio sea irreversible.

Pero ¿qué son los mercados?. Una buena pregunta, a la que algunos nos responden que somos todos los que tenemos ahorros y los movemos a través de unos agentes, que buscan beneficio a cualquier precio, porque en ello les van sus retribuciones multimillonarias y su status. Esa es una parte de la verdad, pero no toda.

No tienen el mismo poder ni capacidad de influencia los millones de ahorradores que mueven unos miles de euros o dólares, que unos pocos cientos o miles de fortunas y brokers que  mueven billones, y que, en una economía globalizada lo hacen sin control entre países, ora en los que tienen regulación, ora en paraísos fiscales, según les convenga en cada circunstancia. Los primeros recogen las migas del festín, cuando no pagan su osadía de nadar entre tiburones, mientras los segundos deciden y se comen la carne.

El problema es que mientras que los que tienen capacidad de mover mucho dinero sin trabas, pueden decidir en minutos, la reacción de la política en el ámbito europeo es un camino plagado de obstáculos, que lleva meses o años.

Así las cosas, en España se ha pasado de una creciente internacionalización económica, en que un cogollo de grandes empresas, se permitían comprar otras empresas a lo largo y ancho del mundo, a otra en que tienen dificultades para refinanciar las deudas con que las compraron.

Es curioso que algunos de los que recomiendan a las familias, que según ellos han vivido por encima de sus posibilidades, que vendan lo que no puedan financiar, no se hayan aplicado el cuento y hayan sido tan remisos a hacerlo ellos.  Pero en las últimas semanas, ante la presión de la situación, algunas están empezando a hacerlo, aunque en un momento francamente malo, y con riesgos, en algún caso, de vender con pérdidas.

Constructoras como ACS, OHL, FCC o Abertis, Telefónica, Endesa, Iberdrola, PRISA, Abengoa o Arcelor, así lo están haciendo.

En esa costumbre de culpar a la política de todos los males, y la "mala política" si es responsable de muchos, a veces se olvida que la arbitrariedad, el exceso de codicia y cualquier justificación de los errores, también se producen, y multiplicados, en el mundo empresarial. Algunos se dan cuenta ahora de que para reducir su endeudamiento deben vender activos y que, si lo hubiesen hecho al iniciarse la crisis, habrían vendido en mejores condiciones, reduciendo su endeudamiento y, que con menos deuda privada, la situación macroeconómica de España sería ahora mejor.

Por su especial situación, mención aparte merece el caso de las entidades financieras y en especial las cajas de Ahorro.

Sin incluir las promotoras o constructoras de vivienda y obra pública, las cajas intervenidas -Bankia, Catalunya Caixa y NCG- tienen participaciones significativas en empresas potentes como Iberia, Indra, NH Hoteles, SOS Cuétara, Mapfre, Enagas, Iberdrola, Fenosa, CLH o Aguas de Valencia. Si la presión acabase contagiando a La Caixa la nómina de empresa participadas se ampliaría a Gas Natural, Repsol, Telefónica o Agbar.

Eso nos da una idea de una parte de la sustancia que se ventila con el rescate al sector financiero español y del porqué la presión de los mercados a España es difícil que baje, a pesar de los esfuerzos que se realicen.

Los tiburones han olido sangre y están esperando a que procesos precipitados de reestructuración, forzados por las circunstancias, lleven a ventas a precios de saldo de activos que tienen valor y tendrán más en el futuro, pero que ahora están vapuleados por la debilidad de sus propietarios.

Si se está haciendo un esfuerzo que al final, de una u otra forma, pagaremos todos los españoles, para rescatar a las entidades financieras, la venta con pérdidas de estos activos, meter dinero para financiar las pérdidas de esas ventas, sería, una vez más, dar dinero de todos para que unos pocos, hagan cada vez negocios más suculentos.



Andrés Gómez

EL INFORME DEL FMI SOBRE ESPAÑA

El Fondo Monetario Internacional no es la Biblia y sus informes tampoco. En este caso, su documento recoge recomendaciones, ya que las "directrices" se le dejan a la Comisión Europea, que formalmente es quien facilitará el dinero para el rescate de las entidades financieras españolas.

Desde hace tiempo, sus informes tienen varias almas, condicionadas por las distintas orientaciones políticas de sus redactores. Además, aunque cada vez sea menos obvio, se deja la formalidad final de las decisiones a los gobiernos de cada país, por lo que se acostumbra a incluir también sus criterios.

Pese a ello y a lo discutible y hasta rechazable de algunas de sus recomendaciones, la "Declaración Final de su Misión" en España, que es  como se denomina el informe, recoge aspectos que conviene analizar fríamente, que lo alejan del enfoque neoliberal dominante y que, sin duda serán más progresistas que las reconvenciones finales de "los hombres de negro".

Es destacable que la mayoría de los medios de comunicación, singularmente los de la derecha, se han ocupado de resaltar las recomendaciones que coinciden con su ideología y ocultar las demás. Hasta el diario "El País", que en su primera edición digital, destacaba en titulares las críticas a los excesivos beneficios del sistema fiscal español y a la conveniencia de reducirlos, las olvidaba en siguientes ediciones, incluida la de papel.

Pero es en la política, y sobre todo en las propuestas fiscales, donde el FMI aporta novedades. Junto a una apuesta en Europa para combinar estabilidad y crecimiento y la necesidad para España de dar más tiempo a la reducción del déficit y al resultado de las reformas, identifica los problemas fiscales como estructurales y por ello considera la necesidad de recomponer la recaudación de impuestos como duradera y no provisional. Asimismo señala que se debe proteger, especialmente, el gasto social en los más vulnerables.

Es cierto que valora positivamente la última reforma laboral y hasta recomienda avanzar en la desaparición de la ultractividad de los convenios y continuar la reducción de salarios de los empleados públicos, pero también lo es que recomienda que la moderación salarial se compatibilice, mediante acuerdos, con mejoras de la inversión y la tecnología, sin las cuales la mejora de la productividad y la creación de empleo no serán posibles.

Pero insisto, es en materia fiscal donde mayor racionalidad aporta, ya que parte del reconocimiento de que la crisis fiscal española es, sobre todo de ingresos y también consecuencia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, lo que le lleva indicar la necesidad de una reforma impositiva profunda y duradera, lo que le hace descalificar tanto los recargos impositivos temporales, como una amnistía fiscal en la que no prevé más efecto que un debilitamiento del sistema fiscal español.

En función de ello propone subidas del IVA y los impuestos especiales, pero también la eliminación de la deducción por compra de vivienda y una reducción sustancial de los beneficios fiscales a las empresas.

Estas últimas cuestiones no son menores. En el caso de la deducción por compra de vivienda, porque con caídas de precios a punto de superar el 30%, son innecesarias y, en la práctica pretendían incrementar la venta de viviendas con menores bajadas de precios. Y en el caso de los beneficios y reducciones fiscales, porque no favorecen la economía productiva, y se han hecho a la medida de los grandes grupos consolidados y no de las PYMES. Baste con saber que el tipo efectivo del Impuesto de sociedades en España, es, como media, del 16% sobre la base imponible y del 10% sobre el beneficio contable, y que es notablemente más alto en las empresas no consolidadas (PYMES) que en los grandes grupos consolidados.

Cuando las directrices conocidas de la CE (léase Gobierno Merkel) hacen énfasis en el recorte de pensiones y prestaciones por desempleo, es de agradecer que alguien hable de proteger a los más vulnerables. Cuando las derechas en general, hablan sólo de recortes sin freno de gasto público, que alguien se ocupe de los impuestos, también lo es.

Un dato más. El Fondo no rechaza la reducción de cuotas a la Seguridad Social, aunque recomienda que cualquier medida en esta dirección se adopte una vez se reduzca el déficit por debajo del 3% del PIB. Otro elemento, al menos, de racionalidad, en un momento en que, con la que está cayendo, algún miembro del Gobierno y conspicuos empresarios, piden que la subida del IVA, se haga coincidir con reducción de cotizaciones sociales, lo que sería la mejor forma de fastidiar el sistema de pensiones, sin ninguna influencia positiva en la estabilidad de las cuentas públicas.

Algunos datos para ilustrar lo dicho. La eliminación de la deducción por compra de vivienda permitiría recuperar cinco mil millones de recaudación; sólo con el 50% de lo dejado de recaudar por beneficios fiscales a las empresas otros cinco mil. Lo mismo que representaría la subida de punto y medio de IVA. Por el contrario cada punto de reducción de los costes de personal de las administraciones públicas suponen poco más de mil millones.

De ahí el silencio a que las derechas, nacionales e internacionales, han sometido estas propuestas y de ahí, probablemente también, el desdén con que Rajoy lo ha tratado. No es una cuestión sólo de soberanía, hay renuncias a la soberanía que se hacen gustosamente, pero otras no.



Andrés Gómez






domingo, 10 de junio de 2012


ESPE LA TRAMPOSA

Dicky Tricky (Ricardito el Tramposo) con este apelativo un sector de la prensa norteamericana calificaba al Presidente Nixon, por su hábito de lanzar cortinas de humo e insidias contra sus rivales para ocultar acciones dudosas de su gobierno. Nixon dimitió como consecuencia del escándalo de Watergate y fue condenado por su actuación. El apodo lo heredó Dick Cheney, Vicepresidente con Bush Jr., por sus mentiras y decisiones para favorecer a la empresa Halliburton, de la que había sido ejecutivo antes, en la Guerra de Irak

Esperanza Aguirre es de la misma escuela. Cada vez que tiene problemas o va a adoptar medidas impopulares cuenta una mentira o se inventa un enemigo que agite los bajos instintos del personal.

La más reciente fue su ocurrencia de proponer suspender la final de la Copa del Rey si se silbaba el himno, justo el día en que se había dado a conocer que había "ocultado facturas en los cajones" por valor de 2.100 millones de euros y duplicado el déficit, del que tan orgullosa se había mostrado.

Ahora,  y no menos ocurrente, ha sido anunciar la reducción a la mitad el número de diputados de la CM, junto con una nueva reducción de 1.100 millones del presupuesto de esa Comunidad.

Es la tercera versión recortada de los presupuestos de 2011. A la versión original se añadió hace menos de un mes el recorte en educación y sanidad, la subida de tasas universitarias y tarifas de transporte, entre otras medidas. Ahora se incorpora una nueva bajada del 3,3 % de los salarios de los empleados públicos, el establecimiento de peajes para carreteras autonómicas como la M45, subidas de diversas tasas y nuevos recortes en sanidad.

Hasta ahora, con el apoyo de su División Acorazada mediática, le ha salido bien la jugada. Hace un par de semanas estuvimos hablando días sobre la "silbada" y se dejo de hablar de las trampas de Aguirre y su Consejero Manglano en el déficit de la CM.

Por lo general busca "cortinas de humo" para hacer daño y aprovecha el malestar ciudadano. Ahora le toca a la política, debe ser que Doña Esperanza se dedica a otra actividad, o que, como Franco, ella no se mete en esas cosas.

Los políticos deben ser ejemplares pero, en general, en sus retribuciones por ejercer el cargo, no son los que más ganan en este país. Es evidente que en las circunstancias actuales, deben ser los primeros en hacer esfuerzos y, si se rebaja el sueldo de los empleados públicos, a ellos se les tiene que pedir más, pero es injusto concitar las iras sobre ellos,  cuando la mayoría de los ejecutivos de empresas ganan mucho más. Doña Esperanza posiblemente no tiene problemas porque, por extracción familiar, sus ingresos como Presidenta no son los más importantes de su familia.

Pero volviendo a lo principal. La reducción de gasto para la CM que supondría la reducción de 64 diputados llegaría apenas a 5 millones de euros al año y, además, como el cambio requiere modificar el Estatuto de Autonomía y las elecciones no se repetirán hasta mayo de 2015, de lo que habla esta buena mujer es de ahorrar esta cantidad a partir de esa fecha.

La justificación de los durísimos recortes que están haciendo la fundamentan en la crisis actual y la urgencia de medidas -al menos esto es lo que han dicho para cambiar los presupuestos tantas veces. ¿Alguien se cree que una propuesta como ésta es urgente, cuando sus efectos serían, en el mejor de los casos, dentro de tres años?

Piense lo que piense cualquiera, de lo que no hay duda es de que es una maniobra más de "Espe la Tramposa" para que no se hable de sus tropelías. Sin complejos, desde hace tiempo, se jacta de encontrar cada día "recortes estupendos" que hacer, aunque éste, obviamente, no sea uno de ellos.

Aguirre eliminó el impuesto sobre donaciones, que favorece la dación en vida, sin coste fiscal significativo, de  grandes patrimonios, redujo sustancialmente el impuesto sobre herencias y ha establecido generosas deducciones del IRPF para empresarios y colegios privados, hasta alcanzar una merma de ingresos de la CM que supera los dos mil millones de euros. El doble de lo que ahora se apresta a recortar.

Eso es lo que quiere ocultar con el espantajo de una reducción de diputados de la asamblea que, difícilmente se hará. Ella lo sabe.



Andrés Gómez

viernes, 8 de junio de 2012


RESCATE SI O NO

¿Es esa la cuestión?



Como decía recientemente Wyoming, "con tanto rescate sí, rescate no, vamos a acabar despistando al secuestrador".

Cuando en 2010 se obligó al Gobierno de Zapatero a un giro radical y sin matices a su política, se empezó a servir la intervención de la economía española. Con la llegada al Gobierno de Rajoy y su aceptación sin críticas de las recetas de Merkel, empezaron a llegar a la mesa platos más fuertes, aunque la torpeza del cocinero y la impericia de los camareros, han puesto el comedor patas arriba.

En seis meses de gobierno PP se ha multiplicado la desconfianza en España y, al problema del excesivo endeudamiento privado empresarial se ha añadido, como consecuencia de la crisis de Bankia, más dudas sobre la capacidad de  pago del sector bancario.

Los hombres de negro de los que habla Montoro no han venido, pero los de gris -los auditores y los de Goldman Sach- ya están. Los segundos han valorado el agujero de Bankia y los primeros están evaluando, en el plazo record de un mes, lo que el Banco de España ha tardado años.

La cuestión del rescate no es meramente nominativa sino de contenido. Desde el inicio de la crisis en nuestro país se sabe que el principal problema de endeudamiento no es del sector público, sino del privado, y en su mayor parte empresarial y financiero.

Así, la mayoría de los esfuerzos, que se están descargando en forma de recortes sobre los ciudadanos, tienen como objetivo elevar los márgenes de las cuentas públicas, para  que sea el Estado quien pueda garantizar en el futuro el pago de estas deudas.   

Es obvio que el rescate de España, por dimensión, capacidad de generar riqueza y repercusión en el conjunto de la UE, no será como el de Portugal o Grecia. Esto condicionará su forma, aunque no pone en cuestión el fondo, porque si por rescate se entiende recibir una financiación que somos incapaces de generar nosotros mismos a cambio de aceptar nuevas condiciones de ajuste y mayor intervención de la UE, se llame como se llame, eso es lo que está pasando.    

Aún no se conoce la forma en que concretará el apoyo pero, aunque se consiga, como parecen señalar las últimas informaciones, que sea como ayuda directa a través del FROB a los bancos con problemas, que ya están nacionalizados y por los que responde el Estado como accionista, la Comisión, el BCE y algunos portavoces del gobierno alemán, ya han anticipado que el apoyo tendrá contrapartidas.

Las críticas desde  estas instituciones al comportamiento del Gobierno de Rajoy han avanzado cuáles serán las nuevas condiciones: subida del IVA y otros impuestos indirectos, recortes en prestaciones por desempleo y pensiones, menor gasto en autonomías y ayuntamientos, menos empleados públicos y mayor presión para  bajar salarios en el sector público y en el privado.

Para evitarle problemas políticos a Rajoy, es probable que las condiciones no se expliciten y que, de una u otra forma, sí formen parte de los nuevos recortes que el Gobierno adopte para cumplir el objetivo de déficit en 2013 y 2014.

Como decían los viejos marxistas "la práctica es el criterio de la verdad" y será en ella, cuando veamos las nuevas vueltas de tuerca que dé el gobierno, cuando constatemos el coste del rescate.

España está condicionada por la UE, a su vez condicionada por un Gobierno de Merkel que, para los países deudores, sólo contempla extremar la austeridad e incrementar el ahorro para pagar a los acreedores. Para justificarlo usa clichés ideológicos que, como no se corresponden con la realidad, no facilitan la comprensión y sí la irritación de las poblaciones concernidas.

Se ha corrido la especie de que los salarios y las cotizaciones sociales españoles son más altos que los alemanes, que las pensiones y las prestaciones por desempleo son más generosas y los impuestos sobre la renta de las personas y las empresas más altos, sin que ningún dato lo corrobore y sí al contrario con los datos de la Base oficial de la CE, Eurostat. Muchos altos funcionarios de la UE o el Gobierno alemán muestran un desconocimiento absoluto de la realidad española y aplican criterios condicionados por su ideología y la realidad de sus países y, probablemente, por la información y criterios, también ideológicos que les transmite el Gobierno del PP.

Ni la generosidad pública ni la competitividad condicionan estas decisiones. Los motivos reales están en buscar la forma más fácil de reducir el gasto público y seguir recomponiendo el excedente empresarial, con el objetivo de facilitar a las empresas el pago de sus deudas y situar al Estado con capacidad para responder por los que no las paguen. Es decir se trata de seguir ampliando los ámbitos y los márgenes para el negocio privado a costa de lo que sea, o lo que es lo mismo, la concepción ideológica de la derecha de toda la vida.

La llegada de Hollande a la Presidencia de Francia ha introducido nuevos equilibrios que, incluso, han llevado a Rajoy a abrazar la necesidad de políticas de crecimiento y los eurobonos, que rechazaba hace sólo unas semanas. ¡A la fuerza ahorcan!.

Pero, desgraciadamente, la balanza entre derecha e izquierda en Europa, todavía está muy inclinada a favor de la primera, lo que vaticina que los cambios van a ser moderados y lentos.

Se avanza en la idea de regulación y autoridad bancaria comunes, y en la posibilidad de un Fondo de Garantía de Depósitos, aunque sea parcial, común. Aunque sólo sea un paso ¡Bienvenido sea!.

Merkel lo condiciona a política y autoridad fiscal también común. Aunque su propuesta se limita a las "políticas de estabilidad", de reducción de gasto, y al sheriff que la controle, pero no se dice ni una palabra de armonización de impuestos.

Cualquier avance en políticas comunes es positivo, dada la maltrecha salud de la UE. Pero es sintomático que se empiece por los bancos y el control del gasto público y no se diga una palabra sobre los ciudadanos o la necesidad de mayor democracia.

Lo positivo es que el partido apenas ha empezado. Lo negativo que en España, blando o duro, estamos ante un rescate de los ricos, que nos va a costar nuevos recortes en los próximos meses a la mayoría de la población.



Andrés Gómez

LO LLAMAN CONSENSO Y NO LO ES

En las últimas semanas algunos medios de comunicación y tertulianos han multiplicado sus llamadas al consenso para salir de la crisis.

Con la situación dramática que atraviesa la economía española, con el paro creciendo continuamente y cada vez más ciudadanos con dificultades para llegar a fin de mes, es obvio que si se pregunta a la gente común si cree que los políticos deben ponerse de acuerdo para salir de la crisis, conteste que sí.

Sin embargo la mayoría de los que predican el consenso y los "nuevos pactos de la Moncloa" no formulan en qué consistirían, y ahí es donde reside el problema, porque si el acuerdo consistiese en mantener los recortes ya hechos e incorporar otros nuevos, la respuesta de los ciudadanos a la pregunta no sería la misma.

La realidad es que no es posible y si lo fuese sería a costa de un mayor descrédito de la política y la democracia.

Aún está reciente el comportamiento del PP en la oposición y como, según recordaba recientemente la diputada canaria Ana Oramas, Cristóbal Montoro consideraba que no importaba "que se hundiese España, porque ya la levantarían ellos". pero más importante es que el PP, desde el Gobierno, está haciendo políticas durísimas contra la mayoría, utilizando como único argumento la "herencia de Zapatero", o lo que es lo mismo haciendo oposición a la oposición.

Con estos mimbres se entenderá lo difícil que es hacer la cesta del consenso, aunque lo que lo hace imposible es la política de recortes a la que el PP no está dispuesto a renunciar.

¿Cómo entenderían los ciudadanos que sin cambios en la reforma laboral, sin rectificación en los recortes de sanidad o educación, sin medidas que hagan pagar más a los principales causantes de la crisis, se echasen "pelillos a la mar" y se recompusiese el consenso de los grandes partidos?

A mayor abundamiento ¿cómo entenderían que se avalasen nuevos recortes y cargas para los de siempre, que siga creciendo el paro y descargando sobre las clases medias el coste de la crisis?. Porque de eso es de lo que se trata en realidad.

La situación económica española es crítica, la política-institucional no lo es, con un PP en mayoría absoluta y la muleta imprescindible de CiU cuando viene bien -reforma laboral, Consejo RTVE entre otros- no hay dificultad para decidir. La emergencia en política se llama descrédito, y eso tiene que ver más con el fondo que con la forma. Lo que molesta a la mayoría de los españoles es ver empeorar sus condiciones de vida y ser los únicos a los que se pide esfuerzos. Un consenso para hacer lo mismo no mejoraría la situación, al contrario.

El PP no está dispuesto a variar un ápice sus recetas, y mucho menos a reconsiderar sus decisiones. Sabe que el consenso no es posible y por eso no habla de él. O peor, cuando alguien de su partido lo hace, suelta previamente alguna coz al Gobierno anterior, al PSOE, y como todo el mundo sabe, esa no es la forma para ponerse de acuerdo.

Desde que empezó a gobernar el PP ha hecho una apuesta, que no ha variado, en una sola dirección: la primera mitad de la legislatura para tomar medidas muy duras, confiando en que una vez tocado "suelo", en la segunda pueda vender recuperación. Aunque a este paso, en el mejor caso, bajaremos cien escalones ahora para subir diez después.

Algunos de los profetas del consenso buscan que un acuerdo PP-PSOE dé seguridad a los mercados, aún a costa de que el "abrazo de oso" del primero acabe por asfixiar al segundo. Otros creen que empujando a los socialistas a hablar de él, si el PP lo rechaza, se cargan de razón ante los ciudadanos que, honestamente, creen en la necesidad del acuerdo.

Craso error. Todas las encuestas de preferencias políticas publicadas después de las elecciones muestran que el PP pierde fuertemente apoyo, como nunca había sucedido en los primeros meses de gobierno desde la transición, sin que el PSOE lo recupere. Y no es una cuestión electoral, es un cambio de fondo en que los ciudadanos, en mayor medida los de izquierda, quieren hechos y no palabras.

No somos Grecia, pero si nos los proponemos, podemos llegar a parecernos. Lo sucedido allí nos muestra que partidos con un 40% de apoyo, pueden bajar del 20. Las expectativas de cambio en la UE, requieren que la izquierda no se debilite. No es una cuestión electoral, es de pura supervivencia de la democracia. No es una valoración partidaria, es sólo que lo llaman consenso y no lo es, y la gente se da cuenta.



Andrés Gómez