CUMBRE
DE LA ZONA EURO
Que
los avances no nos oculten los límites
La Cumbre de los Jefes de
Gobierno de la zona euro, celebrada en Bruselas el 28 y 29 de julio, ha
producido algunos avances importantes y no menos importantes indefiniciones.
En su declaración se
incluye el compromiso de un mecanismo único de supervisión con la participación
del Banco Central Europeo, la posibilidad de recapitalizar directamente a los
bancos y hacer cuanto resulte necesario para que, con los instrumentos (Fondos
específicos) vigentes, se estabilicen los mercados para los Estados miembros o,
lo que es lo mismo, la posibilidad de activar compras de deuda a través del BCE.
Respecto al desarrollo de
la propuesta de supervisión bancaria única se prevé que el Consejo la estudie
antes de acabar 2012; la posibilidad de capitalización directa se aplaza al
momento en que se establezca de forma efectiva el supervisor bancario y la de
compra de deuda se condiciona a que cada país afectado cumpla las
recomendaciones específicas de la Comisión.
Adicionalmente, en el caso
de España, se insta a la ultimación del Memorando de Acuerdo, cantidad más
condiciones, para el apoyo financiero a la recapitalización de su sector
bancario.
Buenas noticias sí, pero
plazos no inmediatos y condiciones a los compromisos también pendientes. Y como
"el diablo se mete en los detalles", hasta que no los conozcamos no
sabremos hasta qué punto se ha metido.
Así el paso imprescindible
de la unión bancaria se prevé para principios de 2013, aunque su puesta en
funcionamiento efectiva llevará más tiempo y, en tanto no se produzca el
rescate directo a los bancos, no será posible; y la recapitalización de la
banca española que se haga antes de esa fecha, que será la mayoría, tendrá que
hacerse vía financiación al FROB, es decir al Estado Español.
Más importante y efectiva
en lo inmediato es la posibilidad de que el BCE compre deuda de países para
evitar el asedio de los mercados. De forma sorprendente Rajoy dice que España
no va a pedir este recurso, aunque será la verdadera clave, en el corto plazo,
para que no sigan disparándose los intereses a pagar por las deudas española e
italiana.
Las medidas anunciadas,
junto con la formulación de un plan de inversión para el crecimiento de entre
120 y 130 mil millones de euros, según las fuentes, y el impulso a un nuevo
impuesto sobre transacciones financieras
serán avances cuando pasen de ser compromisos a realidades.
Pero lo positivo de estas
noticias no debe ocultarnos las carencias, ya que no se define la política
fiscal como el otro factor imprescindible para la construcción económica común.
Y para hacerlo habrá que resolver simultáneamente la política de estabilidad, la armonización
de los impuestos y la posibilidad de un Tesoro y unas políticas de financiación
de la deuda compartidas.
Ese es el problema desde
el principio, en el que reside la sustancia de la cesión de soberanía, porque
sólo hablando de recursos se puede hablar de cómo se ingresan -es decir cómo se
reparten las cargas entre los ciudadanos- y de cómo se gastan -a quien
benefician más- o, lo que es lo mismo, la naturaleza de la política.
Es indudable que no habrá
Europa sin cesiones de soberanía, también lo es que, en las circunstancias
actuales, la cesión de soberanía no está claro a quien se haría realmente. La
confusión de competencias entre la Comisión, el Parlamento Europeo y los países
y la permanencia de vetos y reglas especiales de decisión, desvirtúan la eficacia
del voto ciudadano, hasta un punto que impide la decisión de la política democrática en el ámbito europeo y
favorece la imposición de los países más fuertes y de los poderes económicos,
que se mueven como pez en el agua cuando la política pierde valor.
Se ha avanzado en una
realidad en que el euro se ha convertido en la "prueba" de Europa. Y
no hay el mismo interés en resolver el problema en los países que forman parte
de esta moneda que en los que no la tienen. Este es el nudo gordiano que hay
que deshacer para que pueda haber o no "política democrática común".
Los países del euro deben
resolver simultáneamente la necesidad de construir políticas económicas
comunes, la cesión de soberanía y que ésta se haga en términos democráticos,
para recuperar la credibilidad de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, deben
dotarse de un tratado complementario reforzado que les permita combinar
políticas comunes con más democracia. Y esto tiene muchos enemigos.
La reacción de una parte
importante de los medios de comunicación británicos y alemanes, es una muestra
de que los contrarios no van a quedarse quietos. La primera reacción de los
mercados ha sido favorable -han bajado sustancialmente las primas de riesgo de
Italia y España y han subido mucho casi todas las Bolsas- pero la reacción de
un día no es significativa. El comportamiento de los mercados, dadas
experiencias anteriores, puede girar en el momento en que crean que les
conviene, y con la misma rotundidad.
Todas las decisiones están
pendientes de ratificación en el Consejo, y ahí los contrarios a más Europa
estarán esperando a que en la definición de los detalles de los acuerdos, los
tiempos y los aspectos concretos, creen las dificultades suficientes para
impedir los avances.
Por eso el exceso de
optimismo no trabaja a favor de obra. La imagen de los dos grandes PIGS -Italia
y España- jugando la final de la Eurocopa ha sido muy potente. Pero la política
no es futbol y en la construcción europea siguen siendo cruciales Alemania y
Francia. La posición firme y prudente del Presidente Hollande ha sido decisiva,
como también ha sido importante la presión de los socialdemócratas y los verdes
alemanes a favor de una estrategia de crecimiento que ha contribuido a
desbloquear algunos de los avances financieros.
Eso es lo que habrá que
seguir trabajando para tener garantías de que lo acordado se cumple y se puede
avanzar más allá. De lo contrario, por mucho que alguno saque pecho, por muchos
titulares de prensa que hablen de victoria, no servirán para nada, o peor aún,
para "regalar munición al enemigo".
Andrés
Gómez