LAS
ELECCIONES CATALANAS UNA
SEMANA DESPUÉS
El resultado de las
elecciones catalanas ha supuestoo un fiasco para las previsiones de Artur Más. Sus consecuencias le han metido en un
intrincado laberinto de complicada salida.
Ni ha decantado a esa excepcional
mayoría a favor del soberanismo que pedía en las urnas, ni ha producido el
reforzamiento que CiU quería para dirigir el proceso, ni tampoco el hundimiento
del apoyo de los catalanes a los no nacionalistas.
Si comparamos el voto y
representación recibido en estas elecciones y en las de 2010 por el
independentismo -incluyendo CiU, ERC, SI y la CUP- han perdido dos
representantes y casi un punto del porcentaje de votantes. La suma de los votos
de estas fuerzas representa apenas al 34% del censo de electores, en unas
elecciones en que la participación ha alcanzado al 70%.
Por su parte las fuerzas
que no han defendido la independencia han ganado dos representantes, un 3% de
votantes y alcanzan al 31% del censo de electores.
Objetivamente, con estos
datos, persistir en una apuesta soberanista inmediata es una fuga adelante de
dudosos eficacia y valor democrático. A pesar de las expectativas de Más la
situación catalana ha cambiado poco en este terreno.
Aunque el PP y el Gobierno
Rajoy tampoco lo pueden interpretar como que el problema catalán haya
desaparecido, porque un tercio del electorado defendiendo directamente la
independencia, y con un fuerte crecimiento de su parte más radical, no se puede
despachar con un certificado de defunción del nacionalismo y una vuelta a la fe
en España de los catalanes.
Pero el intento de tapar
los recortes y la contestación social promoviendo el independentismo, tampoco
le han dado resultado a CiU. Ha crecido la izquierda -excepto el PSC- más la
parte independentista que la no independentista y la suma de las derechas
pierde 9 puntos y 15 diputados, incluidos los 4 de Laporta en 2010.
CiU es la gran derrotada,
tanto por sus pérdidas como por las expectativas que tenía. Los resultados del
PSC, aunque menos malos que los esperados, muestran que la sangría socialista aún no
ha parado. Y el PP hace de tuerto en el país de ciegos de los grandes partidos,
a los que gran parte del electorado responsabiliza de los recortes.
El resultado no es sólo
una mayor fragmentación del Parlamento Catalán, también sitúa un mapa político
inestable y de imposible coalición sin traición a los electorados respectivos.
CiU es el único partido
alrededor del que se puede construir una mayoría de gobierno. Pero su
alejamiento de la mayoría absoluta le hace imposible avanzar, al mismo tiempo, hacia la consulta
y mantener la política de austeridad que le pedirán el empresariado catalán y su
amplio sector conservador.
Su acuerdo con ERC
obligaría, una de dos, o a que este partido sacrificara sus promesas contra la
austeridad y los recortes, para priorizar la puesta en marcha de la consulta, o
a que CiU flexibilizara su política conservadora contra el déficit para
acelerar la consulta, con el apoyo de ERC. Las últimas declaraciones de Más y
Jonquera, parecen buscar un camino intermedio entre ambas direcciones, aunque
al precio, puesto por el portavoz de ERC, de un gobierno de CiU en solitario y
de un acuerdo parlamentario sólo por dos años.
CiU y PP en la campaña se
encargaron de impedir un acuerdo entre las dos fuerzas de la derecha por un
tiempo. El cruce de acusaciones de grueso calibre, incluyendo los papeles del
Ministerio del Interior sobre supuestas evasiones de impuestos de Más y los
Pujol, hacen más difícil este acuerdo que exigiría, además. una improbable renuncia de CiU a la
consulta, al menos por ahora.
Las aguas subieron tanto
que ahora ambos tienen que buscar argumentos para salvar la cara. El PP se
enrocará en que "hay que hacer lo que hay que hacer" e intentará vender
en el resto de España "el fracaso" del nacionalismo catalán. CiU,
ante la evidencia de que congelar el derecho a decidir desautorizaría a Más y
les crearía problemas internos, mantendrá su apuesta aunque sea para ganar
tiempo, abocándose a una estrategia, que ERC formula con claridad, de acumular
agravios con los que culpar a "Madrid". Y seguro que en eso el PP les
echa alguna mano.
Así el futuro previsible
será mucho más inestable. Seguirá partiendo a Cataluña en dos partes casi
iguales y con más peso de los sectores más radicales de ambas. Más y peor de lo
mismo, aunque me gustaría equivocarme.
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