domingo, 2 de diciembre de 2012


LAS ELECCIONES CATALANAS UNA SEMANA DESPUÉS

El resultado de las elecciones catalanas ha supuestoo un fiasco para las previsiones de Artur Más.  Sus consecuencias le han metido en un intrincado laberinto de complicada salida.

Ni ha decantado a esa excepcional mayoría a favor del soberanismo que pedía en las urnas, ni ha producido el reforzamiento que CiU quería para dirigir el proceso, ni tampoco el hundimiento del apoyo de los catalanes a los no nacionalistas.

Si comparamos el voto y representación recibido en estas elecciones y en las de 2010 por el independentismo -incluyendo CiU, ERC, SI y la CUP- han perdido dos representantes y casi un punto del porcentaje de votantes. La suma de los votos de estas fuerzas representa apenas al 34% del censo de electores, en unas elecciones en que la participación ha alcanzado al 70%.

Por su parte las fuerzas que no han defendido la independencia han ganado dos representantes, un 3% de votantes y alcanzan al 31% del censo de electores.

Objetivamente, con estos datos, persistir en una apuesta soberanista inmediata es una fuga adelante de dudosos eficacia y valor democrático. A pesar de las expectativas de Más la situación catalana ha cambiado poco en este terreno.

Aunque el PP y el Gobierno Rajoy tampoco lo pueden interpretar como que el problema catalán haya desaparecido, porque un tercio del electorado defendiendo directamente la independencia, y con un fuerte crecimiento de su parte más radical, no se puede despachar con un certificado de defunción del nacionalismo y una vuelta a la fe en España de los catalanes.

Pero el intento de tapar los recortes y la contestación social promoviendo el independentismo, tampoco le han dado resultado a CiU. Ha crecido la izquierda -excepto el PSC- más la parte independentista que la no independentista y la suma de las derechas pierde 9 puntos y 15 diputados, incluidos los 4 de Laporta en 2010.

CiU es la gran derrotada, tanto por sus pérdidas como por las expectativas que tenía. Los resultados del PSC, aunque menos malos que los esperados, muestran que la sangría socialista aún no ha parado. Y el PP hace de tuerto en el país de ciegos de los grandes partidos, a los que gran parte del electorado responsabiliza de los recortes.

El resultado no es sólo una mayor fragmentación del Parlamento Catalán, también sitúa un mapa político inestable y de imposible coalición sin traición a los electorados respectivos.

CiU es el único partido alrededor del que se puede construir una mayoría de gobierno. Pero su alejamiento de la mayoría absoluta le hace imposible avanzar, al mismo tiempo, hacia la consulta y mantener la política de austeridad que le pedirán el empresariado catalán y su amplio sector conservador.

Su acuerdo con ERC obligaría, una de dos, o a que este partido sacrificara sus promesas contra la austeridad y los recortes, para priorizar la puesta en marcha de la consulta, o a que CiU flexibilizara su política conservadora contra el déficit para acelerar la consulta, con el apoyo de ERC. Las últimas declaraciones de Más y Jonquera, parecen buscar un camino intermedio entre ambas direcciones, aunque al precio, puesto por el portavoz de ERC, de un gobierno de CiU en solitario y de un acuerdo parlamentario sólo por dos años.

CiU y PP en la campaña se encargaron de impedir un acuerdo entre las dos fuerzas de la derecha por un tiempo. El cruce de acusaciones de grueso calibre, incluyendo los papeles del Ministerio del Interior sobre supuestas evasiones de impuestos de Más y los Pujol, hacen más difícil este acuerdo que exigiría, además. una improbable renuncia de CiU a la consulta, al menos por ahora.

Las aguas subieron tanto que ahora ambos tienen que buscar argumentos para salvar la cara. El PP se enrocará en que "hay que hacer lo que hay que hacer" e intentará vender en el resto de España "el fracaso" del nacionalismo catalán. CiU, ante la evidencia de que congelar el derecho a decidir desautorizaría a Más y les crearía problemas internos, mantendrá su apuesta aunque sea para ganar tiempo, abocándose a una estrategia, que ERC formula con claridad, de acumular agravios con los que culpar a "Madrid". Y seguro que en eso el PP les echa alguna mano.

Así el futuro previsible será mucho más inestable. Seguirá partiendo a Cataluña en dos partes casi iguales y con más peso de los sectores más radicales de ambas. Más y peor de lo mismo, aunque me gustaría equivocarme.
 

Andrés Gómez

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