LAS
ENSEÑANZAS DEL CASO DIAZ FERRAN
Por la boca muere el pez.
Sería injusto generalizar el caso Díaz Ferrán a todo el empresariado español,
pero sería ingenuo pensar que es el único caso.
Díaz Ferrán es el ejemplo
de empresario que se considera al margen de las leyes y por encima de la
sociedad. Probablemente, su condición durante años de patrón de patronos le
ensoberbeció hasta el límite de considerarse blindado y le llevó a una fuga
adelante en la que, para ser cada vez más grande, asumió cada vez más deudas
hasta reventar. Su aventura en Aerolíneas Argentinas fue el principio de su
fin.
Pero como en otros casos
conocidos -Nueva Rumasa- u otros que desgraciadamente se producirán por
delirios de grandeza parecidos a los de éste señor, se pone de manifiesto la
estupidez de una ideología que ha hecho de la obtención de dinero a cualquier
precio su faro y guía. Que ha hecho de la austeridad y el trabajo para los
demás un ejercicio de hipocresía que no se aplican a sí mismos.
No deja de ser irónica la
coincidencia de que Ruiz Mateos y Díaz Ferrán compartiesen testaferro. Eso
simboliza el que desde los que aparentan ser más tontos, hasta los que se creen
más listos, son igual de egoístas y chapuceros para no asumir sus
responsabilidades.
En ambos casos su torpeza
se ha acentuado al no querer hacer frente a sus acreedores, empresas tan fuertes
o más que las suyas, que no se andan con chiquitas y han encabezado,
lógicamente, las denuncias por quiebras fraudulentas.
Pero más allá del caso en
sí, de la necesidad de que actúe la justicia, se dan unas características
ejemplares, que deberían extenderse a otros casos similares, y que producen
enseñanzas para toda la sociedad.
La primera es que durante
mucho tiempo hemos asistido a una exaltación de la figura de los empresarios,
sin distinciones ni matices, cuando, como en todos los colectivos, los hay
listos y torpes, diligentes y diletantes, honrados y sinvergüenzas. De tal
manera que esta exaltación ha primado a
los últimos sobre los primeros, a los depredadores sobre los verdaderos
empresarios.
Desde la llegada del PP al
Gobierno, esta ideología se ha hecho todavía más irracional, más interesada y
menos distintiva.
La continua insistencia
sobre la figura del empresario como el único que crea riqueza y empleo no
soporta el rigor, ni siquiera de cualquier empresario serio, que sabe que sin
fuerza de trabajo la creación de riqueza es imposible y que conoce, al margen
de la defensa de sus intereses frente a los de los trabajadores, que sin
actividad, por muchas "reformas laborales" que se hagan, no crearán
ningún empleo.
La segunda enseñanza es
que las llamadas a la responsabilidad y al patriotismo de algunos de estos
personajes no son más que retórica. Que en el momento de la verdad si tienen
que saltarse las leyes se las saltan. Si quieren llevarse el dinero fuera de la
"Patria" se lo llevan, si tienen que engañar a sus trabajadores o a
otros empresarios ¡Pues los engañan!.
En el caso de Díaz Ferrán,
al igual que en el de Nueva Rumasa o Teconsa, implicada en el caso Gürtel, el
fondo buitre de Angel de Cabo, al parecer, desvió cantidades ingentes de dinero
a paraísos fiscales, las hasta ahora detectadas seguro que son muy inferiores a
las realmente desviadas. ¿Pero son estos los únicos casos?. Seguro que no. A la
vista de las cantidades detectadas hace no tanto tiempo en la lista de la
entidad Suiza HSBC, un solo banco en un sólo paraíso, es razonable pensar que
en varios bancos y en varios paraísos hasta ahora no detectados, las cantidades
se multiplicarían varias veces.
El resultado de la injusta
amnistía fiscal decretada por el Gobierno es un cubito de hielo comparado con
lo que hay debajo del iceberg. Treinta y ocho mil euros por declaración o poco
más de cien mil si se consideran las cantidades que el Gobierno ha dado por
prescritas, después de no haber recogido estos supuestos, también delictivos, en
su propio decreto amnistiador. en estos casos, al igual que lo de Díaz Ferrán y
Ruíz Mateos, son sólo una pequeña parte
del problema real. Y ahí se encuentra una parte importante de la dificultad para crecer y crear empleo, en las ingentes cantidades de dinero evadido y en el hundimiento de la recaudación de impuestos que implica.
Es la cultura depredadora
que se sigue promoviendo, la falta de castigo y reprobación para más personajes
como estos, para los que su verdadero patriotismo y su responsabilidad social
reside en sus cuentas corrientes. Y el resto son cuentos.
Andrés
Gómez
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