lunes, 20 de febrero de 2012


SOBRE LA REFORMA FINANCIERA DEL  PP

Los problemas del sector financiero tienen origen en la acumulación desmesurada de activos valorados muy por encima de su valor real. En unos casos se trata de inversiones fraudulentas o especulaciones mal resueltas y, en otros, de activos inmobiliarios, cebados por la burbuja, con precios que poco tienen que ver con el mercado real.

Al estallar la crisis su gravedad entrañaba en la confluencia en  EE.UU. de ambos factores, mientras que en la zona euro, en Alemania era el contagio de activos tóxicos con origen en EE.UU., igual que en Reino Unido, con operaciones tóxicas propias añadidas. En España, el componente principal es la burbuja inmobiliaria, que ha dejado en activos de Cajas y Bancos edificaciones o suelos con valoración en balances muy superior a su valor real.

Detectado el problema, las vías de solución estaban en un reconocimiento rápido y ajustado de la situación y una inyección masiva de financiación –obviamente pública y financiada mayoritariamente con emisión de nuevo dinero- o por un ajuste en el tiempo, combinando ayudas públicas, reforzamiento del capital bancario con cargo a recursos propios o ajenos y mejora de márgenes de beneficios a cargo de la clientela.

Por la primera vía por optaron Obama y Gordon Brown, que disponían de manera directa de la capacidad de emisión de dinero, en tanto la segunda fue la de la UE, más por incapacidad de gobierno común de la situación, que por decisión consciente.

Cualquiera de las dos vías, para ser eficaces, requería  reconocer lo más exactamente posible la magnitud del problema, más y mejor regulación del sector para evitar nuevos abusos, cambios radicales de gestión, ejemplaridad y control público, sin descartar la propiedad.

Ninguna cumplió todos los requisitos, dejando iniciativa y capacidad de reacción a los causantes del problema que, de una u otra forma, quieren resolverlo a costa de la clientela y el resto de los contribuyentes. La de la UE, además ha cebado nuevas especulaciones de los mercados contra las deudas soberanas, los países más débiles y el euro.

Ese es el contexto en que analizar la reforma “Guindos”, porque para valorar la eficacia de las medidas habría que conocer la magnitud de un problema en que no hay seguridad. Ese es el primer inconveniente del sector financiero español, no muy distinto del resto de la UE, y menos cuando se vapulean las deudas soberanas de países, como si para cobrarlas lo mejor fuese asfixiar al que tiene que pagarlas.

El PP ha optado por la continuidad, dando una vuelta de tuerca a las fusiones y ampliando la dotación pública del FROB, tanto para seguir las orientaciones mayoritarias en la UE, como porque la situación de las arcas públicas hacía impresentable una política de ayudas más agresiva para los bancos, cuando se está promoviendo un recorte brutal en gasto social y productivo y se aprueba una reforma laboral con el objetivo de reducir drásticamente los salarios.

Así, los ejes de la reforma parten de las siguientes premisas y propuestas:
  •  Valorar en 175 mil millones los activos problemáticos, 88 mil en suelo y 87 mil en edificación.
  • A partir de ese dato valora en 50 mil millones la necesidad de saneamiento adicional de las entidades, una parte mayor para suelo que para edificación. 
  •  La cobertura de la necesidad se resuelve mediante provisiones con cargo a los resultados de las entidades, con mayor requerimiento de capital adicional y mediante una nueva provisión para riesgos futuros. 
  • El incentivo y la potenciación de nuevos procesos de fusión. 
  • Encauzar las ayudas a públicas, mediante créditos, a través del FROB, para lo que se incrementa su dotación, en 6 mil millones con cargo Presupuestos del Estado.
  • Limitar las retribuciones de administradores y ejecutivos de entidades que reciban ayudas excluyendo, en caso de fusiones, a los de las entidades que las hayan absorbido. Esta medida debería regularse para todo el sector, porque son un escándalo por sí mismas, pero también porque en el origen y evolución de la crisis está implicado en conjunto y de una u otra forma, estas lastran los resultados y las pagamos todos en última instancia.
 Adicionalmente hay que considerar los 100 mil millones de avales y garantías del Estado para emisiones de las entidades, previstos en la prórroga vigente de los Presupuestos, de los que ya concedidos casi la mitad.

La opción de extender el ajuste en el tiempo, si no tiene resultados rápidos, dará nuevas bazas de presión a los mercados, como la experiencia demuestra. En el caso español se añade el elevado endeudamiento del sector, que se ha reducido muy ligeramente desde que se inició la reforma en 2009, y condiciona el recurso creciente del sistema a préstamos para liquidez del BCE –obtiene casi un tercio el total desde que se puso en marcha este recurso.

O dicho de otra forma que el argumento de “aumentar la fluidez de crédito  a la empresas y las familias” no se lo creen, porque el saneamiento del sector financiero español debe simultáneamente capitalizar las entidades para reducir riesgo inmobiliario y responder de su endeudamiento y reducirlo, lo que, con este modelo, hace imposible mejorar la dotación de crédito a la economía a medio plazo.

La mayor parte de la capitalización prevista se descarga en las cuentas y resultados de las entidades o, lo que es lo mismo,  en el rendimiento que puedan sacar de la clientela, de las filiales en el extranjero de los grandes bancos o de rendimientos adicionales de inversiones, incluida la deuda pública.

Por eso el factor por el que más se apuesta es por seguir fomentando las fusiones, porque se considera que impulsarán nuevas reducciones de estructura –personal y oficinas- y permitirán sacar más resultados y rendimiento de la clientela.

Eso no quiere decir que no se utilicen recursos públicos, la mayoría del FROB lo son, los avales y garantías del Estado en las nuevas emisiones también lo son. Lo que ocurre es que se articulan como recursos aplazados, porque en caso de fallido de alguna entidad, los préstamos del FROB no se devolverán, aunque se transformen en capital público, y los avales o garantías podrán ejercerse contra el Estado como avalista. Adicionalmente algunas entidades están incrementando sus márgenes recibiendo dinero del BCE a tipos menores al 1% e invirtiendo en deuda pública, con más de 2 puntos de beneficio.

La situación del sector financiero español diverge, según las entidades, en cuanto a la magnitud y naturaleza de los riesgos. Los dos grandes bancos privados, tienen menos riesgo inmobiliario, pero también su rendimiento descansa en sus filiales del exterior y depende de los avatares políticos de los países en que radican.

Algunas grandes entidades que han mantenido estructura de cajas como Caixa o el grupo vasco, aparecen saneadas; Bankia aparece con más dificultades, sobre todo, por la contaminación de Bancaja.

Este análisis tiene importancia para observar la próxima oleada de fusiones y valorar la eficacia de la reforma. Porque, para absorber los grupos de cajas con mayores dificultades, los bancos y cajas, a quienes sólo interesa ampliar su mercado de forma segura y obtener rendimiento de nuevos clientes, van a exigir el mayor saneamiento posible y, en ese caso, aunque los recursos del FROB se articulen como préstamos o capital, el problema se aplazará al momento en que haya que realizar las amortizaciones, por lo que es difícil que la operación, entonces, le salga gratis al Estado. Tiempo al tiempo.

Finalmente el que la reforma sea eficaz dependerá de lo ajustado que se haya hecho el cálculo de activos sobrevalorados, de cuanto bajen los precios de los activos inmobiliarios y de la cuantía en que se vendan; aspectos que, vista la situación actual, levantan muchas dudas. No es descartable que, tras este paso, venga el siguiente.

Está claro que los mercados siguen presionando y lo harán todavía más porque, más allá de la situación del sector público, lo que están buscando es una parte importante de la tarta financiera de Europa y también de América Latina.

Porque los poderes económicos son insaciables: les das la reforma laboral más dura, les das una porción más de reforma financiera y al día siguiente bajan la bolsa, y más los títulos bancarios. Pero algunos banqueros no aprenden y siguen echando la culpa a los políticos.

Andrés Gómez
                                                                              20 de febrero de 2012

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