sábado, 21 de abril de 2012


EN DEFENSA DE GUNTER GRASS

El Holocausto nazi contra los judíos fue un crimen contra la Humanidad que conmovió las conciencias y despertó la rabia de las poblaciones tras la II Guerra Mundial.

La magnitud del crimen y la mala conciencia provocada, porque apenas se hizo nada para evitarlo hasta finalizada la Guerra, alentó al sionismo y condicionó que las potencias coloniales, sobre todo Gran Bretaña como responsable de la zona, aceptasen la creación del Estado de Israel, sin ninguna previsión de que la solución de un problema creaba otro, el palestino, que se mantiene agravado hasta nuestros días.

Casi setenta años después, la historia se repite con distinto reparto de papeles. Porque la reimplantación de los judíos en lo que hoy es Israel, la creación de un Estado no fue un proceso idílico y algunos de los que hoy acusan a palestinos y árabes de terrorismo, también lo utilizaron entonces para conseguir su objetivo, como se puede comprobar leyendo "Éxodo" de León Uris, la más conocida epopeya sobre aquellos acontecimientos, en los que se buscaba en la cobertura religiosa, en la historia reflejada en las sagradas escrituras, la legitimidad del derecho del pueblo judío a tener una patria.

Entonces, como ahora, la ocupación de la tierra, la repoblación con afines de raza y religión y la consecuente expulsión de los otros era el programa político de los sionistas más radicales y, entonces como ahora, la falta de interés y decisión de las superpotencias para resolver el problema, para impulsar una negociación de verdad que permitiese la convivencia de los dos pueblos más laicos de Oriente Medio, la existencia de dos estados, ha radicalizado a partes importantes de sus poblaciones hacia el fundamentalismo religioso.

El recuerdo del Holocausto y su rechazo para que no vuelva a producirse no justificaba, entonces ni ahora, las cosas mal hechas ni el abuso del poder militar que vienen ejerciendo los gobiernos de Israel desde hace tiempo frente a los palestinos y a algunos de sus vecinos y que se sostiene en el apoyo de potencias como EE.UU. y en la disposición, sin ningún amparo legal internacional, del arma nuclear. Esa reflexión, cada vez se la hacen más ciudadanos israelís, que ven como se deteriora su nivel de vida por la crisis, mientras crece exponencialmente el gasto militar, por una concepción de la supervivencia de Israel tan sólo relacionada con el poder militar.

Por eso es infame y reprobable el trato dado a Gunter Grass por expresar exclusivamente esta preocupación en uno de sus últimos poemas.

Ni la constatación del riesgo que el militarismo sionista implica para la paz en esa zona, e incluso para el propio Estado de Israel, convierte a quien lo exprese en simpatizante del fundamentalismo religioso iraní, que representa otro riesgo, ni tampoco en anti judío.

Bien al contrario los que recurren a esas burdas argumentaciones y descalifican a quienes expresan opiniones libres con respeto, son los que se acercan al fundamentalismo, que es una de las nuevas caras que presenta el fascismo.

Andrés Gómez

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