LA
DESIGUALDAD EN ESPAÑA
ES
CADA VEZ MAYOR
El avance de los datos de
Eurostat sobre la evolución de la desigualdad en la UE durante 2010 y 2011, no
dejan en buen lugar a España.
Estos datos se refuerzan
si analizamos en paralelo los cambios experimentados en la composición de la
renta disponible en nuestro país y los complementamos con otros factores que los
explican, como la evolución del empleo o la de los salarios reales.
La cuestión no es menor,
muestra con datos macroeconómicos que el coste de la crisis se está descargando
sobre la inmensa mayoría de la población y, sobre todo, sobre los desempleados
y los trabajadores con salarios más bajos.
Lo que Stiglitz analiza, desde la década de los noventa del
pasado siglo para EE.UU. en su último libro y que define como "el 1% de la
población tiene lo que el 99% necesita", en España había comenzado a
producirse a partir del año 2000 y se ha multiplicado desde el inicio de la
crisis.
La distribución de la
renta nacional, excluidos los impuestos, muestra que entre el año 2000 y el
2008 el peso de las rentas salariales sobre el total bajó del 55,1 al 54% y el
de los excedentes empresariales subió del 44,9 al 46%.
La estimación del
Instituto Nacional de Estadística para los dos primeros trimestres de 2012,
permite analizar la evolución hasta este período desde 2008 o, lo que es lo
mismo, para lo que va de crisis, y muestra que en tanto las rentas
empresariales han ganado otros tres puntos y medio hasta el 49,5% del total,
las salariales los han perdido hasta el 50,5. Esto traducido a valores
absolutos implica que mientras los salarios han perdido 50 mil millones en el
período, los excedentes habrán ganado 20 mil, en lo que va de crisis.
Por otro lado las cifras
de distribución personal, reflejadas en los índices de desigualdad dados a
conocer por Eurostat, reflejan que mientras en 2008 el 20% de la población con
mayores ingresos, tenía una renta media 5,6 veces superior a la del 20% de la
población con menos ingresos, en 2011 la relación es 7,5 veces superior.
Es de destacar que esta
relación también ha empeorado para la media de la UE, pero apenas medio punto,
de 5,1 a 5,6. O lo que es lo mismo, que nuestra peor situación se está
resolviendo con una mayor desigualdad que explica la depresión del consumo y el
alejamiento de la recuperación porque, en una espiral de injusticia e
ineficacia económica, cuanta más desigualdad haya más se resentirá el consumo.
Una caída superior al 8%
del empleo y del 3% del salario hora nominal desde 2008, superior al 7% si
incorporamos la diferencia de inflación con la UE, explican esta evolución y el
empeoramiento de la relación con la media de la Unión.
Una tendencia que se
acentúa ya que, si en 2010 la caída del salario real fue del 0,4%, en 2011
alcanzó el 1,9% y para 2012, según los datos de septiembre, superará el 2,1%.
Paradójicamente avanzan los salarios y rentas más altos, los que no están
sujetos a negociación colectiva, y retroceden todos los demás
En EE.UU., Stiglitz nos
sitúa ante la realidad de una hegemonía
neoconservadora en la economía que ha conseguido en los últimos veinte
años incrementar la desigualdad hasta límites inaceptables. En España, la
crisis, acentuada en pocos meses por las políticas del PP, amenaza con los mismos
resultados en menos tiempo.
La reforma laboral y los
recortes en el sector público seguirán reduciendo el empleo, la de la
negociación colectiva presionará los salarios a la baja, los recortes sociales
y unas medidas fiscales que repercuten sólo en los trabajadores y las capas
medias producirán una regresión adicional en la distribución de la renta y la
riqueza. Todos estos factores continuarán deprimiendo el consumo y el ahorro de
la mayoría de la población y sólo mejorará la capacidad de acumulación de los
que mayor propensión tienen a sacar dinero del país. O lo que es lo mismo
añadirán crisis a la crisis.
Las contradicciones en la
construcción europea, las políticas aplicadas por la derecha en este ámbito y
el sálvese quien pueda encabezado por Alemania, no favorecen el final de la
crisis. Pero del crecimiento de la desigualdad en España, Europa no es la
principal responsable.
Frente a esta injusticia e
incoherencia económica, no hay más salida que volver a la lógica de un mejor
reparto de los recursos económicos.
Reparto del empleo, porque
con el crecimiento posible en estas circunstancias no hay otra forma de
garantizar creación neta de empleo. Reparto de rentas salariales y excedentes
empresariales, para garantizar que el reparto de empleo se realiza con justicia.
Una reforma fiscal
progresiva que afecte al conjunto de los impuestos, que grave más las grandes
rentas y fortunas y a las empresas con mayores beneficios, que persiga el gran
fraude fiscal, permitiendo simultáneamente una reducción paulatina del déficit
y recuperación del gasto público para adoptar medidas de estímulo económico y
recuperación del gasto social para proteger a la mayoría.
La recuperación del
consumo depende más de que crezca la capacidad de consumir de los que menos que
tienen que de consuman más los que ya consumen todo. La recuperación de la
inversión depende más de la renovación de bienes de equipo o nuevas inversiones
de las empresas productivas y competitivas, que de la acumulación de inversión
financiera especulativa y eso sólo se conseguirá con crecimiento de empleo,
exportación y consumo. La deriva actual es inmoral y además nos lleva al
precipicio.
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