sábado, 6 de octubre de 2012


PGES 2013: RAJOY EN SU LABERINTO
 

Una vez más Rajoy gana tiempo. El proyecto de PGES 2013 avanza unos recortes pero guarda otros. Es una estrategia que busca pasar, minimizando los daños a su partido, los procesos electorales autonómicos anticipados, tanto los previstos en el País Vasco y Galicia, como el imprevisto de Cataluña.
 
Al mismo tiempo busca diluir el impacto político del rescate, en coincidencia, en este caso, con los intereses electorales de Merkel y la derecha alemana. A Rajoy le viene bien no avanzar el rescate hasta pasadas la elecciones autonómicas y a Merkel le viene bien que no se hable del rescate de España, dado el estado de la opinión pública alemana y la contestación que tiene al respecto en sus propias filas.


Más allá del nefasto significado que tiene el uso partidario de un tema de esta envergadura, que puede arruinar el futuro a millones de personas, está la diferencia de plazos entre los intereses de unos y otros. Mientras al PP le basta con llegar a diciembre de este año, la derecha alemana necesita mantener el ten con ten hasta octubre del año próximo. El coste para la economía española del primer plazo es grande, el del segundo puede ser insoportable.
 
En el proyecto de presupuestos para 2013, el Gobierno hace un aparente ejercicio de voluntarismo, en una previsión de ingresos que se apoya en las subidas de impuestos recientemente aprobadas, pero también en una previsión de caída mínima del PIB que difícilmente se cumplirá, porque ignora el deterioro que la reducción del gasto público está provocando en el consumo y la inversión, y el que seguirá produciendo en 2013 por la continuidad de esa reducción.
 
Pero el nudo gordiano del Presupuesto, que el Gobierno exhibe y no oculta porque le sirve para reforzar su argumentación de que se ve obligado a los recortes, es la subida de los costes financieros de la deuda, que superarán los 38 mil millones de euros y alcanzarán casi el 23% del gasto total en 2013.
 
Conviene recordar que en 2010 y 2011, últimos años de gobierno socialista, los tipos efectivos pagados por el conjunto de la deuda se situaron en el 2,9% en ambos años, y que el último año su coste financiero suponía el 14% del gasto. En 2012 y 2013 el Gobierno prevé que los tipos efectivos escalen al 3,7 y 4,4% respectivamente.
 
Esos tipos implican que la parte más importante del incremento de los costes de la deuda se sufrirán este año y el próximo y que de la parte que se debe al incremento de la deuda viva, más de 60 mil millones se corresponderán a las pérdidas del FROB y al rescate a la banca, es decir a ayudas al sector financiero. El incremento del coste en 2012 y, según la previsión, en 2013, es decir en período de gobierno del PP y con decisiones políticas suyas, será, si no se remedia, de casi el 75%.
 
Lo insostenible de esta situación es obvio porque, de no corregirse, llevaría a una espiral de recortar más gasto o subir más impuestos, sólo para pagar los intereses de la deuda. Y la evolución de la prima de riesgo no vaticina reducciones importantes ya que, en el período del gobierno actual, se ha incrementado en una media de 200 puntos con relación a la media de 2011 y se resiste a bajar de los 400-450 puntos, lo que supone intereses a largo plazo del entre el 5 y el 6%.
 

Lo que esta situación le debe a la falta de una sólida política europea es evidente, ya que a pesar de la mala situación española o italiana, es inexplicable que países con niveles de deuda pública, en relación a sus producción anual, iguales o inferiores a los de otros, paguen por sus deudas 5 o 6 puntos más de interés. Porque no se trata sólo de que los ciudadanos alemanes no quieran asumir el riesgo de pagar la deuda de otros, también de que su Gobierno se siente cómodo pagando por su deuda intereses mínimos, cuando otros los pagan máximos. Inexplicable y suicida porque puede llevar al punto en que el impago de la deuda de los países más castigados sea inevitable.
 
Pero Europa no lo explica todo. La torpeza del PP en su gestión sobre el sector financiero o su manipulación visible de los plazos por motivos electorales partidarios, ha provocado desconfianza y atizado la prima de riesgo. La política de recortes indiscriminados, la subida de impuestos sólo a las clases medias y la reducción continuada de salarios reales, proyecta tozudamente que, así, el consumo y la inversión difícilmente se recuperarán.
 
Del crecimiento del fraude incentivado por la crisis, pero también por una amnistía fiscal absurda e ineficaz; de que se renuncie a una reforma fiscal en que paguen más las grandes fortunas; de que no se graven las transacciones financieras especulativas; de que se siga permitiendo que el tipo efectivo de impuesto a las empresas en España sea de los más bajos de Europa, el PP también es responsable. Y eso son muchos miles de millones de euros.
 
Como señalaba recientemente Ignacio Sotelo en un artículo en El País, Alemania no es responsable de que Rajoy renuncie a que los ricos españoles paguen impuestos como los alemanes, causa de que la presión fiscal en España esté diez puntos por debajo de la alemana, y ese sea el motivo principal por el que no se puede mantener el gasto público.
 

Ese es el laberinto de Rajoy, el de un rescate que no se quiere reconocer y que, aunque se vista de financiación de deuda por el BCE, bienvenida en todo caso, va a verse sometida a condiciones, unas ya cumplidas con sucesivos recortes brutales y otras, como las de las pensiones que, aunque se aplacen, se van a producir.
 
Pero esto, aunque sea un alivio para el déficit, no será la solución. Porque ¿para cuándo el estímulo al crecimiento y la recuperación, que sin gasto público ni crédito no se producirá?.
 

Andrés Gómez

 

 

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