PGES
2013: RAJOY EN SU LABERINTO
Una vez más Rajoy gana
tiempo. El proyecto de PGES 2013 avanza unos recortes pero guarda otros. Es una
estrategia que busca pasar, minimizando los daños a su partido, los procesos
electorales autonómicos anticipados, tanto los previstos en el País Vasco y
Galicia, como el imprevisto de Cataluña.
Al mismo tiempo busca
diluir el impacto político del rescate, en coincidencia, en este caso, con los
intereses electorales de Merkel y la derecha alemana. A Rajoy le viene bien no
avanzar el rescate hasta pasadas la elecciones autonómicas y a Merkel le viene
bien que no se hable del rescate de España, dado el estado de la opinión
pública alemana y la contestación que tiene al respecto en sus propias filas.
Más allá del nefasto significado
que tiene el uso partidario de un tema de esta envergadura, que puede arruinar
el futuro a millones de personas, está la diferencia de plazos entre los
intereses de unos y otros. Mientras al PP le basta con llegar a diciembre de
este año, la derecha alemana necesita mantener el ten con ten hasta octubre del
año próximo. El coste para la economía española del primer plazo es grande, el
del segundo puede ser insoportable.
En el proyecto de
presupuestos para 2013, el Gobierno hace un aparente ejercicio de voluntarismo,
en una previsión de ingresos que se apoya en las subidas de impuestos
recientemente aprobadas, pero también en una previsión de caída mínima del PIB
que difícilmente se cumplirá, porque ignora el deterioro que la reducción del
gasto público está provocando en el consumo y la inversión, y el que seguirá
produciendo en 2013 por la continuidad de esa reducción.
Pero el nudo gordiano del
Presupuesto, que el Gobierno exhibe y no oculta porque le sirve para reforzar
su argumentación de que se ve obligado a los recortes, es la subida de los
costes financieros de la deuda, que superarán los 38 mil millones de euros y
alcanzarán casi el 23% del gasto total en 2013.
Conviene recordar que en
2010 y 2011, últimos años de gobierno socialista, los tipos efectivos pagados
por el conjunto de la deuda se situaron en el 2,9% en ambos años, y que el
último año su coste financiero suponía el 14% del gasto. En 2012 y 2013 el
Gobierno prevé que los tipos efectivos escalen al 3,7 y 4,4% respectivamente.
Esos tipos implican que la
parte más importante del incremento de los costes de la deuda se sufrirán este
año y el próximo y que de la parte que se debe al incremento de la deuda viva,
más de 60 mil millones se corresponderán a las pérdidas del FROB y al rescate a
la banca, es decir a ayudas al sector financiero. El incremento del coste en
2012 y, según la previsión, en 2013, es decir en período de gobierno del PP y
con decisiones políticas suyas, será, si no se remedia, de casi el 75%.
Lo insostenible de esta situación
es obvio porque, de no corregirse, llevaría a una espiral de recortar más gasto
o subir más impuestos, sólo para pagar los intereses de la deuda. Y la
evolución de la prima de riesgo no vaticina reducciones importantes ya que, en
el período del gobierno actual, se ha incrementado en una media de 200 puntos
con relación a la media de 2011 y se resiste a bajar de los 400-450 puntos, lo
que supone intereses a largo plazo del entre el 5 y el 6%.
Lo que esta situación le
debe a la falta de una sólida política europea es evidente, ya que a pesar de
la mala situación española o italiana, es inexplicable que países con niveles
de deuda pública, en relación a sus producción anual, iguales o inferiores a
los de otros, paguen por sus deudas 5 o 6 puntos más de interés. Porque no se
trata sólo de que los ciudadanos alemanes no quieran asumir el riesgo de pagar
la deuda de otros, también de que su Gobierno se siente cómodo pagando por su
deuda intereses mínimos, cuando otros los pagan máximos. Inexplicable y suicida
porque puede llevar al punto en que el impago de la deuda de los países más
castigados sea inevitable.
Pero Europa no lo explica
todo. La torpeza del PP en su gestión sobre el sector financiero o su
manipulación visible de los plazos por motivos electorales partidarios, ha
provocado desconfianza y atizado la prima de riesgo. La política de recortes
indiscriminados, la subida de impuestos sólo a las clases medias y la reducción
continuada de salarios reales, proyecta tozudamente que, así, el consumo y la inversión
difícilmente se recuperarán.
Del crecimiento del fraude
incentivado por la crisis, pero también por una amnistía fiscal absurda e
ineficaz; de que se renuncie a una reforma fiscal en que paguen más las grandes
fortunas; de que no se graven las transacciones financieras especulativas; de
que se siga permitiendo que el tipo efectivo de impuesto a las empresas en
España sea de los más bajos de Europa, el PP también es responsable. Y eso son
muchos miles de millones de euros.
Como señalaba
recientemente Ignacio Sotelo en un artículo en El País, Alemania no es
responsable de que Rajoy renuncie a que los ricos españoles paguen impuestos
como los alemanes, causa de que la presión fiscal en España esté diez puntos
por debajo de la alemana, y ese sea el motivo principal por el que no se puede
mantener el gasto público.
Ese es el laberinto de
Rajoy, el de un rescate que no se quiere reconocer y que, aunque se vista de
financiación de deuda por el BCE, bienvenida en todo caso, va a verse sometida
a condiciones, unas ya cumplidas con sucesivos recortes brutales y otras, como
las de las pensiones que, aunque se aplacen, se van a producir.
Pero esto, aunque sea un
alivio para el déficit, no será la solución. Porque ¿para cuándo el estímulo al crecimiento y
la recuperación, que sin gasto público ni crédito no se producirá?.
Andrés
Gómez
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