BANKIA
Y LA NUEVA REFORMA FINANCIERA DEL PP
La nacionalización de
Bankia y la persistencia de las presiones de la UE para dar garantías de forma
definitiva al sector financiero español, han puesto de nuevo a prueba la
responsabilidad política del PP.
Cuando hace apenas dos
meses presentaron su anterior reforma como la definitiva y la que iba a
resolver los problemas, demostraron o un gran desconocimiento de la situación,
lo que sería de por si grave o, simplemente, un intento de ganar tiempo para no
tomar decisiones que podrían poner en evidencia sus contradicciones y mentiras
preelectorales, lo que no sería menos grave.
Ante la evidencia del
fracaso de su reforma de febrero, el PP ha optado por volver a hacer oposición
a la oposición, culpando en exclusiva al Gobernador del Banco de España, tanto
de la decisión de fusionar Cajamadrid, Bancaja y otras entidades, como de la
situación general del sector.
Fue público y notorio el
interés del PP en la operación. De hecho, Génova se implicó en el nombramiento
de Rato como Presidente de la caja madrileña, frente al interés de Esperanza
Aguirre de situar al frente de la entidad a su "escudero" González,
en un anticipo de la "operación nacional" de crear una entidad
bancaria cercana a su órbita política, lo que hace no tanto tiempo se confirmó
con la negativa de Rato a aceptar estudiar la posible fusión de Bankia con la
Caixa, bajo el argumento principal de su supuesta relación con CiU.
Es un dato también que de
las entidades intervenidas y que mayores apoyos han recibido del Estado, del
FROB, la mayoría -CAM, Nova Galicia, Bankia y Banco de Valencia- tenían
consejos de administración y equipos directivos decididos en Comunidades
gobernadas por el PP con mayoría absoluta y encabezados en muchos casos por
anteriores dirigentes de ese partido.
Es una obviedad que el
Gobernador del Banco de España, como máximo responsable del órgano regulador ha
autorizado estas operaciones; como lo es que se ha ocupado más en hacer
apostolado de reformas laborales que, en su contenido, eran muy cercanas a las
finalmente aprobadas por Rajoy, pero como señaló Emiliano Garcia Page, su papel
era el de "policía", mal policía a la vista de los resultados, pero
el "delito" es de los que promovieron las operaciones o cometieron
los excesos, que están, sin duda, en la órbita del PP mayoritariamente.
El problema de esta
actitud del PP, el que no asuma la parte muy importante de responsabilidad que
le corresponde, es que resta credibilidad a sus actuaciones en una materia en
que la confianza es fundamental. Los mercados o muchos de los que deciden en la
UE, conocen también estos datos y difícilmente pueden confiar en el juego de
anunciar soluciones definitivas cada día, que se sustituyen por otras más
definitivas al día siguiente, por parte de un gobierno, que antepone sus
intereses partidarios y la ocultación de las responsabilidades de su Partido, a
la búsqueda de soluciones reales; si a esto se une la guerra sorda que se está
dando en España por el control futuro del negocio bancario, la confianza no
mejora.
Dejar caer una entidad
como Bankia sería un desastre para millones de familias que le han confiado sus
ahorros y causaría también un duro impacto en el conjunto del sistema, por eso
la intervención es obligada pero, para que los perjuicios para la mayoría sean
menores, es necesario un cambio profundo en su gestión, que sólo se puede
garantizar haciendo efectiva una participación pública en la entidad.
Sobre la nacionalización
no hay objeciones. El problema es que debe acompañarse de una capitalización
suficiente y que solo se podrá hacer desde el sector público, lo que es
incompatible con proyectos de privatización y mala venta en el futuro. Si se
sanea la entidad con dinero de los contribuyentes y se limpia y endereza su
gestión desde lo público, no habrá motivos para privatizarla y sí se hace será una
evidencia de que los recortes en sanidad, educación e inversión pública, han
ido más que a reducir el déficit a aumentar el negocio financiero privado.
Lo que vale para Bankia,
vale para el resto de entidades intervenidas. Si la reforma financiera del PP,
sirve para que las entidades se saneen con cargo a sus propios recursos
que lo hagan y pronto. Pero para el
resto, habrá que situar, también pronto, los recursos necesarios para evitar su
crack, con las nefastas repercusiones generales que tendría.
Pero hay que saber que
como estos acabarán saliendo de los contribuyentes, la única contrapartida
posible es la reconstrucción de una banca pública profesional, sana y ejemplar,
capaz de competir con la privada, contrarrestar sus excesos, de empezar a dar
utilidad y rendimiento al inmobiliario útil, hoy inmovilizado, y hacer fluir de
nuevo el crédito de forma sensata.
La economía española está
menos mal de lo que los mercados vaticinan, pero si aúnan esfuerzos con los que
nos mandan y se empeñan en hundirla, lo
conseguirán. Algunos están jugando con fuego, porque el riesgo de no
tomar las decisiones adecuadas o de utilizar el deterioro de la situación para
cebar futuros negocios privados, es que se puede llevar todo por delante,
incluidos esos negocios privados.
Andrés
Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario