viernes, 18 de mayo de 2012


BANKIA Y LA NUEVA REFORMA FINANCIERA DEL PP

La nacionalización de Bankia y la persistencia de las presiones de la UE para dar garantías de forma definitiva al sector financiero español, han puesto de nuevo a prueba la responsabilidad política del PP.

Cuando hace apenas dos meses presentaron su anterior reforma como la definitiva y la que iba a resolver los problemas, demostraron o un gran desconocimiento de la situación, lo que sería de por si grave o, simplemente, un intento de ganar tiempo para no tomar decisiones que podrían poner en evidencia sus contradicciones y mentiras preelectorales, lo que no sería menos grave.

Ante la evidencia del fracaso de su reforma de febrero, el PP ha optado por volver a hacer oposición a la oposición, culpando en exclusiva al Gobernador del Banco de España, tanto de la decisión de fusionar Cajamadrid, Bancaja y otras entidades, como de la situación general del sector.

Fue público y notorio el interés del PP en la operación. De hecho, Génova se implicó en el nombramiento de Rato como Presidente de la caja madrileña, frente al interés de Esperanza Aguirre de situar al frente de la entidad a su "escudero" González, en un anticipo de la "operación nacional" de crear una entidad bancaria cercana a su órbita política, lo que hace no tanto tiempo se confirmó con la negativa de Rato a aceptar estudiar la posible fusión de Bankia con la Caixa, bajo el argumento principal de su supuesta relación con CiU.

Es un dato también que de las entidades intervenidas y que mayores apoyos han recibido del Estado, del FROB, la mayoría -CAM, Nova Galicia, Bankia y Banco de Valencia- tenían consejos de administración y equipos directivos decididos en Comunidades gobernadas por el PP con mayoría absoluta y encabezados en muchos casos por anteriores dirigentes de ese partido. 

Es una obviedad que el Gobernador del Banco de España, como máximo responsable del órgano regulador ha autorizado estas operaciones; como lo es que se ha ocupado más en hacer apostolado de reformas laborales que, en su contenido, eran muy cercanas a las finalmente aprobadas por Rajoy, pero como señaló Emiliano Garcia Page, su papel era el de "policía", mal policía a la vista de los resultados, pero el "delito" es de los que promovieron las operaciones o cometieron los excesos, que están, sin duda, en la órbita del PP mayoritariamente.

El problema de esta actitud del PP, el que no asuma la parte muy importante de responsabilidad que le corresponde, es que resta credibilidad a sus actuaciones en una materia en que la confianza es fundamental. Los mercados o muchos de los que deciden en la UE, conocen también estos datos y difícilmente pueden confiar en el juego de anunciar soluciones definitivas cada día, que se sustituyen por otras más definitivas al día siguiente, por parte de un gobierno, que antepone sus intereses partidarios y la ocultación de las responsabilidades de su Partido, a la búsqueda de soluciones reales; si a esto se une la guerra sorda que se está dando en España por el control futuro del negocio bancario, la confianza no mejora.

Dejar caer una entidad como Bankia sería un desastre para millones de familias que le han confiado sus ahorros y causaría también un duro impacto en el conjunto del sistema, por eso la intervención es obligada pero, para que los perjuicios para la mayoría sean menores, es necesario un cambio profundo en su gestión, que sólo se puede garantizar haciendo efectiva una participación pública en la entidad.

Sobre la nacionalización no hay objeciones. El problema es que debe acompañarse de una capitalización suficiente y que solo se podrá hacer desde el sector público, lo que es incompatible con proyectos de privatización y mala venta en el futuro. Si se sanea la entidad con dinero de los contribuyentes y se limpia y endereza su gestión desde lo público, no habrá motivos para privatizarla y sí se hace será una evidencia de que los recortes en sanidad, educación e inversión pública, han ido más que a reducir el déficit a aumentar el negocio financiero privado.

Lo que vale para Bankia, vale para el resto de entidades intervenidas. Si la reforma financiera del PP, sirve para que las entidades se saneen con cargo a sus propios recursos que  lo hagan y pronto. Pero para el resto, habrá que situar, también pronto, los recursos necesarios para evitar su crack, con las nefastas repercusiones generales que tendría.

Pero hay que saber que como estos acabarán saliendo de los contribuyentes, la única contrapartida posible es la reconstrucción de una banca pública profesional, sana y ejemplar, capaz de competir con la privada, contrarrestar sus excesos, de empezar a dar utilidad y rendimiento al inmobiliario útil, hoy inmovilizado, y hacer fluir de nuevo el crédito de forma sensata.

La economía española está menos mal de lo que los mercados vaticinan, pero si aúnan esfuerzos con los que nos mandan y se empeñan en hundirla, lo  conseguirán. Algunos están jugando con fuego, porque el riesgo de no tomar las decisiones adecuadas o de utilizar el deterioro de la situación para cebar futuros negocios privados, es que se puede llevar todo por delante, incluidos esos negocios privados.



Andrés Gómez



                    


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