LA DERECHA ECONÓMICA QUIERE MÁS
Ya
lo anticipó el Presidente de la CEOE Joan Rosell: la derecha económica y la
ultraderecha conservadora quieren más ajuste todavía. En el imaginario
ideológico de la derecha económica la reducción a la mínima expresión de lo
público es el norte, para la ultraderecha conservadora lo es la destrucción del
Estado de las Autonomías; el denominador común, seguir despidiendo empleados
públicos y recortando y privatizando servicios.
Adicionalmente,
se trata de trasladar la idea de que los sectores económicos van a pagar un
coste excesivo por el ajuste. Que se suben mucho todos los impuestos, lo que
puede impactar en la actividad. En el fondo se trata de seguir criminalizando
todo lo público y mantener en el ideario colectivo la demonización de los
impuestos.
Así
en los últimos días y tras la publicación del conjunto de medidas en el Boletín
Oficial del Estado, se han multiplicado las opiniones de blogueros y
tertulianos que, o culpan a las Comunidades Autónomas de los males que
padecemos, o cargan las tintas sobre las supuestas subidas de impuestos a las
empresas o los profesionales liberales y minimizan el impacto, más real, de la
bajada de cotizaciones a la Seguridad Social.
Los
sectores de la derecha más populista, condescendientemente, mezclan en el mismo
saco los recortes dirigidos a parados, empleados públicos y pensionistas con la
subida del IVA, el IRPF o el Impuesto de Sociedades y concluyen, como si de verdad
lo creyesen, que así nos hundiremos. Este tipo de generalizaciones, sin entrar
en el contenido real de las medidas, facilita a Rajoy el argumento de que sin
subir los impuestos y bajar gastos es imposible reducir el déficit.
Pero
ambos argumentos son falsos, porque no se trata de no reducir gastos, ni dejar
de subir impuestos, sino de cuáles y cuánto son los gastos que se recortan y
cuáles y cuánto los impuestos que se suben. En definitiva, de quiénes serán los
sectores sociales que soportarán unos y otros.
La
subida del IVA es concreta y, con los datos publicados en el BOE, más alta que
la inicialmente anunciada por la salida masiva de bienes y servicios hasta
ahora gravados por el IVA reducido, que era del 8%, o del super reducido, que
era del 4, hacia el tipo general que se sube al 21%.
La
bajada de las cotizaciones sociales a los empresarios, también es concreta, dos
puntos entre 2013 y 2014.
La
mayoría de las medidas dirigidas a los impuestos de las empresas y las personas
físicas no tienen el mismo contenido. En el caso del IRPF de los profesionales
liberales, porque no se trata de una subida del tipo del impuesto y sí de la
retención del 15 al 21% hasta 2013 y reducida al 19% a partir de 2014. En el
impuesto de Sociedades, porque al margen de reducciones de menor cuantía en
bonificaciones por algunos conceptos, porque también se trata no de subida de
tipos del impuesto, sino de un incremento de los pagos fraccionados a cuenta.
Es
decir, se trata de incrementos de retenciones que se corrigen cuando se hace la
liquidación definitiva del impuesto. De esta manera se podría argumentar que en
una situación de sequía de crédito como la actual, se pueden añadir tensiones
de liquidez a empresas y profesionales, o que, en caso de tener que recurrir a
crédito, les carga el coste de los intereses, pero en ningún caso se les suben
los impuestos.
Por
el contrario la bajada salarial de los funcionarios o de las prestaciones por
desempleo, o la subida brutal del IVA, la reducción de gasto en servicios
públicos, incluida la dotación para la Ley de Dependencias, que representan más
del 95 % del coste anualizado de los recortes, según los datos facilitados por
el Gobierno a los inversores extranjeros, sí son costes concretos para millones
de ciudadanos. Costes que se añaden a medidas ya adoptadas con anterioridad y
que han perjudicado, casi siempre, a los mismos.
Por
lo que se refiere al Estado de las Autonomías es verdad que se han cometido
excesos y caciquismos que hay que corregir, como lo es que existen duplicidades
y a veces triplicidades de funciones, con diputaciones y ayuntamientos, que hay
que simplificar, pero lejos de ello la presión se ejerce sobre el gasto social
-educación, sanidad o servicios sociales- que mayoritariamente gestionan estos
entes.
La
reducción de un 30% del número de concejales es más un guiño hacia el hartazgo
ciudadano de la política, más un intento oportunista de aprovechar este
hartazgo para mejorar la relación de fuerzas a favor del PP, que un ahorro
real, ya que la mayoría de los concejales de los pueblos de menos de diez mil
habitantes, que son el número mayor, no cobran nada.
La
eliminación de las diputaciones provinciales, la fusión de ayuntamientos o la
reducción drástica de los cargos de confianza en todos los ámbitos, si que
supondría una reducción importante de coste, pero eso no se aborda. Como
tampoco se habla de la necesidad de desarrollar el modelo autonómico hacia uno
federal, que garantice la igualdad de derechos en todo el territorio español o
acabe con la carrera para competir en bajadas de impuestos en las diferentes
comunidades.
El
problema es que Rajoy ha puesto en evidencia su debilidad. Los mercados han
puesto en evidencia su insaciabilidad y que dan más valor a la devaluación de
la economía española para comprar barato. Que Europa reacciona tarde y mal.
Y,
en este contexto, la derecha económica y la ultraderecha españolas consideran
que es un buen momento para seguir presionando, y aprovechar la debilidad del
Gobierno, para conseguir sus "programas máximos". Piden más reducción
de gasto y no dicen nada de lo que ya se ha reducido en todas las
Administraciones Públicas desde 2010 y que ha afectado, sobre todo, a las capas
medias trabajadoras y a los parados.
O
no saben lo que hacen o son unos completos desalmados. Con la situación
existente en Cataluña y el País Vasco, multiplicada con la crisis, poner en
cuestión las Autonomías es apagar el incendio con gasolina. Con el desempleo
creciendo y la economía cayendo, más presión sobre los débiles para acrecentar
las posiciones de privilegio de algunos sujetos y algunas empresas, haría que a
algunos les estallase la crisis social y económica en la cara.
A
otros no, porque estos "patriotas" son los que están sacando el
dinero a espuertas del país.
Andrés Gómez
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