EL
INFORME DE LOS AUDITORES Y EL RESCATE
No era muy tranquilizador
escuchar el jueves las explicaciones del Secretario de Estado de Economía y el
Subgobernador del Banco de España sobre los resultados de las
"auditorías" al sector financiero español, realizadas por las
empresas Oliver Wyman y Roland Berger.
Y no era que las cifras
presentadas fuesen malas, sino que en la medida en que se extendían en las
explicaciones, quedaba más claro que no se hablaba del resultado de una
auditoría real y sí de un informe elaborado ad hoc para servir de soporte a
posiciones preconcebidas.
Los informes empezaban por
reconocer que no disponían de información desagregada para cada entidad
-trabajo que realizarán con posterioridad otras entidades. Esto implica que han
tenido que trabajar con cifras agregadas elaboradas previamente, posiblemente
por el propio Banco de España; y no es que las cifras del BE sean incorrectas
son sin duda las mejores, si no las únicas, fiables sobre el sector financiero
español. El problema de estos informes está en su propia definición, ya que se
llaman auditorías a cosas que no lo son lo que, de entrada, les resta credibilidad.
De las no muy seguras explicaciones lo que se podía deducir es que
se trata de un informe con cifras salidas del mismo origen aunque elaborado con
distintas hipótesis de partida, tan aceptables o no como cualesquiera otras. O
dicho en "jerga econométrica", que se han metido los datos
disponibles en la batidora, se han mezclado con distintas hipótesis de lo que
puede pasar y se han agitado hasta sacar los resultados con una disparidad, nada
despreciable, que va de 15 mil a 62 mil millones. La diferencia entre una y
otra, e incluso con los 100 mil millones límite ofrecidos por la UE, es importante
porque de ella no sólo dependerá el mayor o menor endeudamiento del país, sino
también los intereses a pagar cada año por su utilización que, sin lugar a dudas, recargarán el déficit
público.
Más allá del coste del
informe, que para lo hecho no parece barato, la cuestión es si ha valido la
pena dejar de lado el conocimiento de los profesionales del Banco de España
para esto.
Sin embargo, cuando se
profundiza en las preguntas sobre las posibles conclusiones prácticas de los
resultados para la adopción de decisiones las cosas empiezan a aparecer más
claras.
De las respuestas del
Secretario de Estado se deduce que la intención es segregar los activos
inmobiliarios tóxicos hacia un banco malo o una sociedad de gestión de activos,
que es lo mismo, pero en una definición más "fina". De ser así la
nacionalización de entidades habría sido una "broma de mal gusto",
porque al final se segregarían las pérdidas hacia una entidad pública, y se
venderían las entidades saneadas con sus beneficios operativos íntegros.
La otra novedad es la
posibilidad de que las ayudas del FROB, que sería quien recibiría el crédito de
la UE, en lugar de canalizarse hacia las entidades con problemas se puedan
dirigir de forma directa a las entidades compradoras. O lo que es lo mismo, que
los que compren no sólo comprarán barato, sino también seguro.
El Secretario de Estado
dio por sentado que esas opciones estaban ya acordadas con las autoridades
europeas. A expensas de que se fijen las condiciones definitivas de la Unión
para formalizar la ayuda, ya que no sería la primera vez que se anuncia algo
que después se desmiente, se confirmaría que la solución está prevista para una
reprivatización acelerada, difícilmente compatible con que el sector público
recupere las cantidades comprometidas o establecer una banca pública que
equilibre el poder y arbitrariedad de las entidades privadas. Es decir, que lo
pagaríamos los contribuyentes y sin contrapartidas.
Con relación a los efectos
de esta noticia sobre los mercados habrá que esperar tiempo, no sólo por la
amplitud de los plazos de todo el proceso -la información de la situación
pormenorizada de todas las entidades se producirá en septiembre- sino porque en
estos momentos más importante que el rescate, que todo el mundo da por
descontado, serán las decisiones que se adopten sobre el futuro de la
construcción europea, que será lo que dará o no confianza sobre el futuro del
euro, y ahí las decisiones de los países de la Zona sobre sistema bancario,
política monetaria y fiscal o planes de inversión comunes, serán, sin duda,
mucho más importantes.
Andrés
Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario