EL
INFORME DEL FMI SOBRE ESPAÑA
El Fondo Monetario Internacional
no es la Biblia y sus informes tampoco. En este caso, su documento recoge
recomendaciones, ya que las "directrices" se le dejan a la Comisión
Europea, que formalmente es quien facilitará el dinero para el rescate de las
entidades financieras españolas.
Desde hace tiempo, sus
informes tienen varias almas, condicionadas por las distintas orientaciones
políticas de sus redactores. Además, aunque cada vez sea menos obvio, se deja
la formalidad final de las decisiones a los gobiernos de cada país, por lo que
se acostumbra a incluir también sus criterios.
Pese a ello y a lo
discutible y hasta rechazable de algunas de sus recomendaciones, la
"Declaración Final de su Misión" en España, que es como se denomina el informe, recoge aspectos
que conviene analizar fríamente, que lo alejan del enfoque neoliberal dominante
y que, sin duda serán más progresistas que las reconvenciones finales de
"los hombres de negro".
Es destacable que la
mayoría de los medios de comunicación, singularmente los de la derecha, se han
ocupado de resaltar las recomendaciones que coinciden con su ideología y
ocultar las demás. Hasta el diario "El País", que en su primera
edición digital, destacaba en titulares las críticas a los excesivos beneficios
del sistema fiscal español y a la conveniencia de reducirlos, las olvidaba en siguientes
ediciones, incluida la de papel.
Pero es en la política, y
sobre todo en las propuestas fiscales, donde el FMI aporta novedades. Junto a
una apuesta en Europa para combinar estabilidad y crecimiento y la necesidad
para España de dar más tiempo a la reducción del déficit y al resultado de las
reformas, identifica los problemas fiscales como estructurales y por ello
considera la necesidad de recomponer la recaudación de impuestos como duradera
y no provisional. Asimismo señala que se debe proteger, especialmente, el gasto
social en los más vulnerables.
Es cierto que valora
positivamente la última reforma laboral y hasta recomienda avanzar en la
desaparición de la ultractividad de los convenios y continuar la reducción de
salarios de los empleados públicos, pero también lo es que recomienda que la
moderación salarial se compatibilice, mediante acuerdos, con mejoras de la
inversión y la tecnología, sin las cuales la mejora de la productividad y la
creación de empleo no serán posibles.
Pero insisto, es en materia
fiscal donde mayor racionalidad aporta, ya que parte del reconocimiento de que
la crisis fiscal española es, sobre todo de ingresos y también consecuencia del
pinchazo de la burbuja inmobiliaria, lo que le lleva indicar la necesidad de
una reforma impositiva profunda y duradera, lo que le hace descalificar tanto
los recargos impositivos temporales, como una amnistía fiscal en la que no
prevé más efecto que un debilitamiento del sistema fiscal español.
En función de ello propone
subidas del IVA y los impuestos especiales, pero también la eliminación de la
deducción por compra de vivienda y una reducción sustancial de los beneficios
fiscales a las empresas.
Estas últimas cuestiones
no son menores. En el caso de la deducción por compra de vivienda, porque con
caídas de precios a punto de superar el 30%, son innecesarias y, en la práctica
pretendían incrementar la venta de viviendas con menores bajadas de precios. Y
en el caso de los beneficios y reducciones fiscales, porque no favorecen la
economía productiva, y se han hecho a la medida de los grandes grupos
consolidados y no de las PYMES. Baste con saber que el tipo efectivo del
Impuesto de sociedades en España, es, como media, del 16% sobre la base
imponible y del 10% sobre el beneficio contable, y que es notablemente más alto
en las empresas no consolidadas (PYMES) que en los grandes grupos consolidados.
Cuando las directrices
conocidas de la CE (léase Gobierno Merkel) hacen énfasis en el recorte de
pensiones y prestaciones por desempleo, es de agradecer que alguien hable de
proteger a los más vulnerables. Cuando las derechas en general, hablan sólo de
recortes sin freno de gasto público, que alguien se ocupe de los impuestos,
también lo es.
Un dato más. El Fondo no rechaza
la reducción de cuotas a la Seguridad Social, aunque recomienda que cualquier
medida en esta dirección se adopte una vez se reduzca el déficit por debajo del
3% del PIB. Otro elemento, al menos, de racionalidad, en un momento en que, con
la que está cayendo, algún miembro del Gobierno y conspicuos empresarios, piden
que la subida del IVA, se haga coincidir con reducción de cotizaciones
sociales, lo que sería la mejor forma de fastidiar el sistema de pensiones, sin
ninguna influencia positiva en la estabilidad de las cuentas públicas.
Algunos datos para
ilustrar lo dicho. La eliminación de la deducción por compra de vivienda
permitiría recuperar cinco mil millones de recaudación; sólo con el 50% de lo
dejado de recaudar por beneficios fiscales a las empresas otros cinco mil. Lo
mismo que representaría la subida de punto y medio de IVA. Por el contrario
cada punto de reducción de los costes de personal de las administraciones
públicas suponen poco más de mil millones.
De ahí el silencio a que
las derechas, nacionales e internacionales, han sometido estas propuestas y de
ahí, probablemente también, el desdén con que Rajoy lo ha tratado. No es una
cuestión sólo de soberanía, hay renuncias a la soberanía que se hacen
gustosamente, pero otras no.
Andrés
Gómez
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