sábado, 30 de junio de 2012


CUMBRE DE LA ZONA EURO

Que los avances no nos oculten los límites

La Cumbre de los Jefes de Gobierno de la zona euro, celebrada en Bruselas el 28 y 29 de julio, ha producido algunos avances importantes y no menos importantes indefiniciones.

En su declaración se incluye el compromiso de un mecanismo único de supervisión con la participación del Banco Central Europeo, la posibilidad de recapitalizar directamente a los bancos y hacer cuanto resulte necesario para que, con los instrumentos (Fondos específicos) vigentes, se estabilicen los mercados para los Estados miembros o, lo que es lo mismo, la posibilidad de activar compras de deuda a través del BCE.

Respecto al desarrollo de la propuesta de supervisión bancaria única se prevé que el Consejo la estudie antes de acabar 2012; la posibilidad de capitalización directa se aplaza al momento en que se establezca de forma efectiva el supervisor bancario y la de compra de deuda se condiciona a que cada país afectado cumpla las recomendaciones específicas de la Comisión.

Adicionalmente, en el caso de España, se insta a la ultimación del Memorando de Acuerdo, cantidad más condiciones, para el apoyo financiero a la recapitalización de su sector bancario.

Buenas noticias sí, pero plazos no inmediatos y condiciones a los compromisos también pendientes. Y como "el diablo se mete en los detalles", hasta que no los conozcamos no sabremos hasta qué punto se ha metido.

Así el paso imprescindible de la unión bancaria se prevé para principios de 2013, aunque su puesta en funcionamiento efectiva llevará más tiempo y, en tanto no se produzca el rescate directo a los bancos, no será posible; y la recapitalización de la banca española que se haga antes de esa fecha, que será la mayoría, tendrá que hacerse vía financiación al FROB, es decir al Estado Español.

Más importante y efectiva en lo inmediato es la posibilidad de que el BCE compre deuda de países para evitar el asedio de los mercados. De forma sorprendente Rajoy dice que España no va a pedir este recurso, aunque será la verdadera clave, en el corto plazo, para que no sigan disparándose los intereses a pagar por las deudas española e italiana.

Las medidas anunciadas, junto con la formulación de un plan de inversión para el crecimiento de entre 120 y 130 mil millones de euros, según las fuentes, y el impulso a un nuevo impuesto sobre  transacciones financieras serán avances cuando pasen de ser compromisos a realidades.

Pero lo positivo de estas noticias no debe ocultarnos las carencias, ya que no se define la política fiscal como el otro factor imprescindible para la construcción económica común. Y para hacerlo habrá que resolver simultáneamente  la política de estabilidad, la armonización de los impuestos y la posibilidad de un Tesoro y unas políticas de financiación de la deuda compartidas.

Ese es el problema desde el principio, en el que reside la sustancia de la cesión de soberanía, porque sólo hablando de recursos se puede hablar de cómo se ingresan -es decir cómo se reparten las cargas entre los ciudadanos- y de cómo se gastan -a quien benefician más- o, lo que es lo mismo, la naturaleza de la política.

Es indudable que no habrá Europa sin cesiones de soberanía, también lo es que, en las circunstancias actuales, la cesión de soberanía no está claro a quien se haría realmente. La confusión de competencias entre la Comisión, el Parlamento Europeo y los países y la permanencia de vetos y reglas especiales de decisión, desvirtúan la eficacia del voto ciudadano, hasta un punto que impide la decisión de la política democrática en el ámbito europeo y favorece la imposición de los países más fuertes y de los poderes económicos, que se mueven como pez en el agua cuando la política pierde valor.

Se ha avanzado en una realidad en que el euro se ha convertido en la "prueba" de Europa. Y no hay el mismo interés en resolver el problema en los países que forman parte de esta moneda que en los que no la tienen. Este es el nudo gordiano que hay que deshacer para que pueda haber o no "política democrática común".

Los países del euro deben resolver simultáneamente la necesidad de construir políticas económicas comunes, la cesión de soberanía y que ésta se haga en términos democráticos, para recuperar la credibilidad de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, deben dotarse de un tratado complementario reforzado que les permita combinar políticas comunes con más democracia. Y esto tiene muchos enemigos.

La reacción de una parte importante de los medios de comunicación británicos y alemanes, es una muestra de que los contrarios no van a quedarse quietos. La primera reacción de los mercados ha sido favorable -han bajado sustancialmente las primas de riesgo de Italia y España y han subido mucho casi todas las Bolsas- pero la reacción de un día no es significativa. El comportamiento de los mercados, dadas experiencias anteriores, puede girar en el momento en que crean que les conviene, y con la misma rotundidad.

Todas las decisiones están pendientes de ratificación en el Consejo, y ahí los contrarios a más Europa estarán esperando a que en la definición de los detalles de los acuerdos, los tiempos y los aspectos concretos, creen las dificultades suficientes para impedir los avances.

Por eso el exceso de optimismo no trabaja a favor de obra. La imagen de los dos grandes PIGS -Italia y España- jugando la final de la Eurocopa ha sido muy potente. Pero la política no es futbol y en la construcción europea siguen siendo cruciales Alemania y Francia. La posición firme y prudente del Presidente Hollande ha sido decisiva, como también ha sido importante la presión de los socialdemócratas y los verdes alemanes a favor de una estrategia de crecimiento que ha contribuido a desbloquear algunos de los avances financieros.

Eso es lo que habrá que seguir trabajando para tener garantías de que lo acordado se cumple y se puede avanzar más allá. De lo contrario, por mucho que alguno saque pecho, por muchos titulares de prensa que hablen de victoria, no servirán para nada, o peor aún, para "regalar munición al enemigo".

                                                     

Andrés Gómez

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