LOS
HORRORES DE BANKIA
El Gobierno de Rajoy no ha
cometido errores con Bankia. No, ha cometido horrores. En una semana pasó de
renegar de su posible nacionalización a nacionalizarla. De decir que sólo
necesitaría la conversión en capital de los 4.500 millones de euros que le
había prestado el FROB, a 10.000 millones, para después Guindos decir que
"más o menos 14.000", para corregir poco después a 19.000 y
finalmente a 23.500.
El mismo día que la
Vicepresidenta Sáez de Santamaría anunciaba que sería un préstamo que se
devolvería a los españoles, la corregía el flamante Presidente de la entidad,
Gorigolzarri, diciendo que "no era préstamo" sino "aportación de
capital al que sacar rendimiento".
Por si fuera poco, la
ceremonia de confusión se multiplica con la forma en que financiar la
nacionalización. Desde distintas instancias del Gobierno se ha hablado de Deuda
Soberana, de fondos del Banco Central Europeo, para acabar con que saldrá del
FROB, que como no tiene dinero suficiente tendrá que emitir nuevos títulos para
financiarlo. El sumun es la respuesta de Rajoy, en solemne rueda de prensa en
sede del PP, negando haber decidido cómo sacar el dinero.
Lo de las instituciones de
la UE es harina de otro costal, pero también han contribuido al lío. Unos han dicho
que lo mejor para España, es que se financie con deuda propia, otros hablan de
un fondo de rescate que aún no es operativo, otros han insinuado la posibilidad
de medidas extraordinarias para Bankia. Merkel, directamente, no ha hablado,
pero a alguien le habrá dicho algo.
El Presidente del BCE,
Mario Draghi, intervino finalmente para censurar al Gobierno por su pésima
gestión, al ocultar la realidad y no seguir la máxima bancaria de que, cuando
se calculan necesidades "más vale que sobre que no que falte". Aunque,
cuando lo dice, el bosque ya está ardiendo y no aporta otras ideas concretas
para la solución.
Descrito el panorama, se
podrían hacer chistes, si no fuese por la incertidumbre y extrema preocupación de
impositores y ahorradores, así como por la dramática repercusión de lo sucedido
en la maltrecha economía española y el riesgo de contagio a otras europeas.
Pese a todo, Gobierno y PP
siguen erre que erre. La culpa la tiene, en exclusiva, el Gobierno anterior y
el Banco de España. Ellos no cometen errores y los que hablan de comisiones de
investigación son o irresponsables o traidores.
Pero ¿qué hay en el fondo
de la propuesta de Bankia?. ¿Es correcta la evaluación económica que han hecho
del problema?
En los mentideros
financieros, se opina que Gorigolzarri ha hecho una valoración por alto del
agujero, tanto por el instinto "campesino" tradicional de que para
rebajar siempre hay tiempo, como para cubrirse las espaldas y garantizar una
recuperación rápida y de éxito.
De ser así, el problema es
que la cantidad ha resultado tan escandalosa, la opinión nacional o
internacional no entiende de matices, que ha atizado la desconfianza, porque se
convierte en referencia para el resto del sector pendiente de saneamiento, lo
que ha hecho oler la sangre a los
especuladores.
La nota entregada por Rato
informando del Plan al Consejo de Cajamadrid, aparte de querer "salvar su
alma", explica la distribución del capital requerido, según la nueva
dirección de Bankia, que no se corresponde con pérdidas contables reales de los
distintos ejercicios, sino con necesidades de provisiones para créditos
fiscales, eventuales pérdidas del valor de las participadas, así como los
requerimientos de nuevas provisiones para inmobiliario exigidas por el
Gobierno.
De los conceptos y
cantidades reflejados en la nota se deducen conclusiones. De un lado, los
créditos fiscales son posibilidades de reducir el pago de impuestos en
ejercicios sucesivos con beneficios. Es decir que sin beneficio no se pueden
utilizar, pero su provisión implica
aventurar pérdidas en varios ejercicios, que si realmente no se producen y se
aplican los créditos, el Estado habrá anticipado ya estas cantidades, lo que incrementaría
los beneficios de la entidad. No es una cantidad menor ya que, por este
concepto se estiman 3.000 millones de euros.
De otro la provisión de
pérdidas de valor en empresas participadas -Iberia, Indra, NH, Cuétara, Mapfre,
Aguas de Valencia, Iberdrola, Enagas, Martinsa-FADESA, Globalvia o Realia,
etc.- implica tanto una valoración al precio actual de mercado, muy inferior al
real, y la intención de venta de estos activos y, una de dos, o venderlos a precio
de saldo u obtener beneficios si la valoración final fuese más alta, a costa
también del erario público. Por este concepto se imputan otros 4.000 millones.
Sobre la valoración del
inmobiliario, que es la madre del cordero, se estiman 15.000 millones, de los
que 7.000 corresponden a las nuevas provisiones exigidas por el Gobierno y los
8.000 restantes para otras posibles pérdidas o impagos por este concepto.
Todo parece indicar que se
trata de una previsión generosa para no pillarse los dedos provocada, tal vez,
por el nerviosismo de un gobierno, que les dijo a los nuevos gestores "que
pidiesen por esa boquita". Y lo han hecho.
Lo sorprendente es que
todo esto lo hacen personajes que dan, urbi et orbe, lecciones de política y
profesionalidad financiera cada día cuando, si han actuado honestamente, serían
unos inútiles y, si no lo han hecho, tendrían calificativos aún más rotundos.
Uno no deja de tener la
impresión de que, estando las cosas mal, hay quien se empeña en mostrarlas
peor, con las nefastas consecuencias que hemos visto estos días. La impresión
se multiplica al constatar que como la política, en este terreno, se convierte
en una "tormenta de ideas" sin decisión práctica alguna, las
decisiones de verdad las toman "los amos del Universo" y las pagamos
los demás.
Así, la Comisión de
Investigación en el Parlamento, sería lo mínimo para saber qué hay de verdad y
qué no en lo que nos están vendiendo.
Andrés
Gómez
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