¿ Y SI LOS KEYNESIANOS SALVAN
A LOS CONSERVADORES ?
La reunión
celebrada en Roma por los cuatro jefes de Gobierno de los mayores países de la
Zona Euro ha sentado algunas propuestas para la próxima Cumbre de Jefes de
Gobierno de la UE. La más sustancial es la idea de un Plan Europeo de Inversión
de 130 mil millones de euros.
La sequía de buenas
noticias y la tendencia de los medios de comunicación a hacer noticia de que
"el niño muerda al perro" en lugar de que "el perro muerda al
niño", ha llevado a magnificar los efectos de esta buena nueva. No es lo
mejor, pero si lo habitual en un momento en que en lugar de hacer análisis
sensatos, racionales, cada mal se convierte en tragedia y cada bien en
bendición, contribuyendo al miedo colectivo o al descrédito de la información,
a un stress social innecesario, porque la gente está cada vez más cabreada por
lo que le hacen que por lo que le cuentan, y facilitando también que los
mercados aprovechen esta esquizofrenia informativa en su propio beneficio.
Junto al
lanzamiento de un Plan del que no ha trascendido ni su período de aplicación ni
la forma concreta de su financiación, se ha formalizado el compromiso de
utilizar todos los medios necesarios para estabilizar el Euro, aunque de forma
aún más inconcreta.
Una parte de la
inconcreción es normal, porque se trataba de una reunión a cuatro, cuyas
propuestas habrán de discutirse, concretarse y formalizarse con todos los
demás. Más preocupante sería que de la reunión de los próximos 28 y 29 de junio
en Bruselas, se saliese con las mismas incógnitas.
Pero sin necesidad
de dar más importancia de la que tiene a lo que está sucediendo las últimas
semanas, no hay duda, ni por fechas ni por la trascendencia pública de sus propuestas,
de que la llegada al escenario del Presidente Hollande ha comenzado a agitar el
árbol.
Igualmente las
posiciones del FMI han empezado a hacerse más explícitas a favor de recuperar
el papel de la política, de ir corrigiendo la senda de la ultra austeridad con
crecimiento, de dar un papel más protagonista al sector público, de la
necesidad urgente de políticas fiscal y monetaria comunes para el Euro, de una
autoridad y reglas bancarias también comunes.
Keynes, al que
algunos habían enterrado, está resucitando en lo internacional, lo que
implicaría que también en lo nacional.
Se equivocarán los
que crean que va a ser rápido o fácil. Los conservadores seguirán haciendo
ideología del "sufrimiento como forma de redención" y sosteniendo que
"hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" para justificar
que unos, la mayoría, paguemos por lo que es responsabilidad, sobre todo, de
una minoría privilegiada que tomaba las decisiones.
Pero ante la
evidencia del desastre que puede suponer para la economía el empecinamiento en
esas políticas. Ante el hecho de la necesidad de política para recuperar el
crecimiento y el empleo, sin el cual sólo continuaría el sufrimiento de cada
vez más gente, y con esa moneda difícilmente se pagan deudas, se empiezan a
abrir camino las ideas de más Europa y de que la estabilidad no sólo no es
incompatible con el crecimiento, sino que lo necesita.
El caso español es
paradigmático. Rajoy inició su gobierno con una defensa cerrada de la
austeridad a cualquier precio, con recortes continuos en lo nacional y máxima
obediencia a la Kaiser Ángela en Europa.
Es evidente el
fracaso de su estrategia: a pesar de la reforma laboral, el desempleo sigue
creciendo y las previsiones de caídas de producción para este año y el próximo
son las únicas expectativas que ha generado. La inyección de confianza e
inversión de los mercados que ellos preveían no se ha producido y, ante la pérdida
de apoyos de sus propios votantes, están
cambiando de tercio.
Pero siguen
manteniendo un doble discurso: liberal conservador en España y keynesiano en
Europa y el G 20 que no cuela.
Es difícil pedir
ayuda fuera para la banca española y seguir defendiendo que no hay que subir
impuestos, porque con eso sólo se provoca que ciudadanos de otros países
piensen que bastante tienen con aguantar a su banqueros como para tener que
aguantar a los de los demás.
Es difícil dentro
de España defender recortes sin control del prestaciones y servicios públicos,
al tiempo que se lanza el mensaje de que la recuperación del empleo va para
largo y que, sin embargo, el dinero para la banca no es un problema. La
confianza "religiosa" -la fe- tiene un límite. Y si se produce lo
uno, tendrá que haber cambios en lo otro.
Pero si Europa
realmente avanzase, si se construyese un equilibrio entre austeridad,
crecimiento y empleo, la evidencia del fracaso de las ideas conservadoras será
tal, que, al menos por "vergüenza torera", deberían reconocer que
Keynes les ha auxiliado.
Andrés Gómez
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