domingo, 24 de junio de 2012


¿ Y SI LOS KEYNESIANOS SALVAN

A LOS CONSERVADORES ?

La reunión celebrada en Roma por los cuatro jefes de Gobierno de los mayores países de la Zona Euro ha sentado algunas propuestas para la próxima Cumbre de Jefes de Gobierno de la UE. La más sustancial es la idea de un Plan Europeo de Inversión de 130 mil millones de euros.

La sequía de buenas noticias y la tendencia de los medios de comunicación a hacer noticia de que "el niño muerda al perro" en lugar de que "el perro muerda al niño", ha llevado a magnificar los efectos de esta buena nueva. No es lo mejor, pero si lo habitual en un momento en que en lugar de hacer análisis sensatos, racionales, cada mal se convierte en tragedia y cada bien en bendición, contribuyendo al miedo colectivo o al descrédito de la información, a un stress social innecesario, porque la gente está cada vez más cabreada por lo que le hacen que por lo que le cuentan, y facilitando también que los mercados aprovechen esta esquizofrenia informativa en su propio beneficio.

Junto al lanzamiento de un Plan del que no ha trascendido ni su período de aplicación ni la forma concreta de su financiación, se ha formalizado el compromiso de utilizar todos los medios necesarios para estabilizar el Euro, aunque de forma aún más inconcreta.

Una parte de la inconcreción es normal, porque se trataba de una reunión a cuatro, cuyas propuestas habrán de discutirse, concretarse y formalizarse con todos los demás. Más preocupante sería que de la reunión de los próximos 28 y 29 de junio en Bruselas, se saliese con las mismas incógnitas.

Pero sin necesidad de dar más importancia de la que tiene a lo que está sucediendo las últimas semanas, no hay duda, ni por fechas ni por la trascendencia pública de sus propuestas, de que la llegada al escenario del Presidente Hollande ha comenzado a agitar el árbol.

Igualmente las posiciones del FMI han empezado a hacerse más explícitas a favor de recuperar el papel de la política, de ir corrigiendo la senda de la ultra austeridad con crecimiento, de dar un papel más protagonista al sector público, de la necesidad urgente de políticas fiscal y monetaria comunes para el Euro, de una autoridad y reglas bancarias también comunes.

Keynes, al que algunos habían enterrado, está resucitando en lo internacional, lo que implicaría que también en lo nacional.

Se equivocarán los que crean que va a ser rápido o fácil. Los conservadores seguirán haciendo ideología del "sufrimiento como forma de redención" y sosteniendo que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" para justificar que unos, la mayoría, paguemos por lo que es responsabilidad, sobre todo, de una minoría privilegiada que tomaba las decisiones.

Pero ante la evidencia del desastre que puede suponer para la economía el empecinamiento en esas políticas. Ante el hecho de la necesidad de política para recuperar el crecimiento y el empleo, sin el cual sólo continuaría el sufrimiento de cada vez más gente, y con esa moneda difícilmente se pagan deudas, se empiezan a abrir camino las ideas de más Europa y de que la estabilidad no sólo no es incompatible con el crecimiento, sino que lo necesita.

El caso español es paradigmático. Rajoy inició su gobierno con una defensa cerrada de la austeridad a cualquier precio, con recortes continuos en lo nacional y máxima obediencia a la Kaiser Ángela en Europa.

Es evidente el fracaso de su estrategia: a pesar de la reforma laboral, el desempleo sigue creciendo y las previsiones de caídas de producción para este año y el próximo son las únicas expectativas que ha generado. La inyección de confianza e inversión de los mercados que ellos preveían no se ha producido y, ante la pérdida de apoyos de sus  propios votantes, están cambiando de tercio.

Pero siguen manteniendo un doble discurso: liberal conservador en España y keynesiano en Europa y el G 20 que no cuela.

Es difícil pedir ayuda fuera para la banca española y seguir defendiendo que no hay que subir impuestos, porque con eso sólo se provoca que ciudadanos de otros países piensen que bastante tienen con aguantar a su banqueros como para tener que aguantar a los de los demás.

Es difícil dentro de España defender recortes sin control del prestaciones y servicios públicos, al tiempo que se lanza el mensaje de que la recuperación del empleo va para largo y que, sin embargo, el dinero para la banca no es un problema. La confianza "religiosa" -la fe- tiene un límite. Y si se produce lo uno, tendrá que haber cambios en lo otro.

Pero si Europa realmente avanzase, si se construyese un equilibrio entre austeridad, crecimiento y empleo, la evidencia del fracaso de las ideas conservadoras será tal, que, al menos por "vergüenza torera", deberían reconocer que Keynes les ha auxiliado.



Andrés Gómez

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